Rocío salió de su casa de la zona sur con la intención de comprar algunos útiles escolares. Con el vuelto se fue a un cibercafé y se puso a chatear. Así se enganchó por varias horas. Cuando se dio cuenta ya era de madrugada y volvió a su hogar. Pero el temor reverencial hacia su padre y el seguro reto que tendría por la tardanza la llevaron a armar una mentira. Dijo que la habían secuestrado dos mujeres durante el tiempo que estuvo ausente. Por ello su padre la llevó a la seccional 16ª y presentó la denuncia. Sin embargo, con el correr de las horas, la chica de 16 años admitió su farsa pero no pudo evitar la reprimenda familiar. Según la denuncia hecha a las 3.25 de ayer, Rocío fue secuestrada por dos mujeres a las 18 del lunes, cuando iba desde su casa de Biedma al 400 hasta una librería de San Martín y Biedma. Voceros policiales dijeron que la chica relató que "una mujer rubia y de tez blanca le preguntó por una casa de repuestos para autos y que al decirle que desconocía dónde quedaba la agarró de atrás y la tomó de los brazos. Después apareció otra mujer, que sería un travesti, que la tapó con una capucha, le puso un trapo húmedo en la boca y perdió el conocimiento. Más tarde -dijo la joven- se despertó en un bar de San Martín y Uriburu, desde donde retornó caminando a su casa". A partir del relato de Rocío, la policía montó un operativo para dar con las presuntas secuestradoras. Incluso, médicos forenses revisaron a la menor y comprobaron que "no tenía ni un rasguño, ni señas de haber sido forzada o adormecida por algún producto", contaron los voceros que tampoco encontraron testigos que pudieran haber visto a la chica en el bar mencionado o en las inmediaciones por donde anduvo. Ante ello, los pesquisas empezaron a sospechar de una falsa denuncia y fue así que Rocío se quebró. Entonces dijo que tras comprar los útiles utilizó los 4 pesos que tenía más un vale promocional que le habían obsequiado para ir a un cibercafé de San Martín al 4100 donde se puso a chatear abstraída del reloj. Al volver a su casa y ver a su padre preocupado por la tardanza, Rocío no previó las consecuencias: prefirió la mentira a una segura penitencia.
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