Año CXXXV
 Nº 49.647
Rosario,
miércoles  30 de
octubre de 2002
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Otra denuncia de secuestro que resultó falsa
Una adolescente contó que la habían retenido dos mujeres. Luego admitió que estuvo chateando en un cibercafé

Rocío salió de su casa de la zona sur con la intención de comprar algunos útiles escolares. Con el vuelto se fue a un cibercafé y se puso a chatear. Así se enganchó por varias horas. Cuando se dio cuenta ya era de madrugada y volvió a su hogar. Pero el temor reverencial hacia su padre y el seguro reto que tendría por la tardanza la llevaron a armar una mentira. Dijo que la habían secuestrado dos mujeres durante el tiempo que estuvo ausente. Por ello su padre la llevó a la seccional 16ª y presentó la denuncia. Sin embargo, con el correr de las horas, la chica de 16 años admitió su farsa pero no pudo evitar la reprimenda familiar.
Según la denuncia hecha a las 3.25 de ayer, Rocío fue secuestrada por dos mujeres a las 18 del lunes, cuando iba desde su casa de Biedma al 400 hasta una librería de San Martín y Biedma. Voceros policiales dijeron que la chica relató que "una mujer rubia y de tez blanca le preguntó por una casa de repuestos para autos y que al decirle que desconocía dónde quedaba la agarró de atrás y la tomó de los brazos. Después apareció otra mujer, que sería un travesti, que la tapó con una capucha, le puso un trapo húmedo en la boca y perdió el conocimiento. Más tarde -dijo la joven- se despertó en un bar de San Martín y Uriburu, desde donde retornó caminando a su casa".
A partir del relato de Rocío, la policía montó un operativo para dar con las presuntas secuestradoras. Incluso, médicos forenses revisaron a la menor y comprobaron que "no tenía ni un rasguño, ni señas de haber sido forzada o adormecida por algún producto", contaron los voceros que tampoco encontraron testigos que pudieran haber visto a la chica en el bar mencionado o en las inmediaciones por donde anduvo.
Ante ello, los pesquisas empezaron a sospechar de una falsa denuncia y fue así que Rocío se quebró. Entonces dijo que tras comprar los útiles utilizó los 4 pesos que tenía más un vale promocional que le habían obsequiado para ir a un cibercafé de San Martín al 4100 donde se puso a chatear abstraída del reloj. Al volver a su casa y ver a su padre preocupado por la tardanza, Rocío no previó las consecuencias: prefirió la mentira a una segura penitencia.


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Julieta
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