El secuestro extorsivo de Antonio Echarri, padre de Pablo Echarri, volvió a poner en la mira a la gente de la farándula, como ya había ocurrido con los futbolistas, en una Argentina atrapada en una ola de violencia delictiva y miedo a tono con la grave crisis económica. El hecho se enmarca en una ola de secuestros que arrecia en el país, con epicentro en la periferia bonaerense, que conforma con la Capital Federal el mayor conglomerado urbano del país, con unas 12 millones de personas, un tercio de la población total. De acuerdo a las denuncias oficiales hechas en la provincia de Buenos Aires, en lo que va del año, se produjo en promedio un secuestro extorsivo cada 36 horas. Hay que sumar además los casos que se resuelven sin intervención policial ni judicial, por temor de los familiares a realizar la denuncia de esta modalidad delictiva que afecta a personas de todas las condiciones sociales, que han sido raptadas y algunas de ellas asesinadas en los últimos meses. En el ámbito deportivo, uno de los casos más resonantes fue el secuestro extorsivo de Cristian Riquelme, hermano de Juan Roman, jugador del FC Barcelona de España que en abril aún militaba en el argentino Boca Juniors. Cristian Riquelme fue liberado tras el pago de un rescate de unos 100.000 pesos en abril pasado. Jorge Milito, padre de los futbolistas Diego y Gabriel Milito, que juegan en los clubes Racing e Independiente, respectivamente, también fue víctima de un secuestro extorsivo, así como el ex técnico de Lanús, Daniel Córdoba, y Jorge Cervera, jugador de Banfield, todos equipos de primera división. También fue raptada una hija del ex campeón de golf Roberto de Vicenzo, liberada contra el pago de un rescate. El actor uruguayo Osvaldo Laport logró escapar de sus secuestradores y también fracasó un secuestro de un hijo del actor Osvaldo Sabatini -hermano de la ex campeona de tenis Gabriela Sabatini- y la actriz venezolana Catherine Fulop. (DyN)
| |