Claudio Berón / La Capital
Guillermo Mondino se muestra más tranquilo que cuando acompañó a Domingo Cavallo como jefe de asesores en el Ministerio de Economía. Es escéptico de la relación entre la política y la economía, sostiene que el dólar está altísimo y no cree demasiado en el veranito de Roberto Lavagna. Hacia el futuro, entiende que esta "estabilidad prendida con alfileres" que exhibe el gobierno, podría consolidarse si se controla la situación fiscal y se toman medidas de fondo como la reestructuración de tarifas. Hacia el pasado, acusó a los lobbies de empresas que "querían licuar sus pasivos" de forzar una mala devaluación. Aunque admitió que el equipo económico que acompañaba a Cavallo estaba convencido de que había que hacer ajustes a la convertibilidad. -¿El peor momento de la economía ya pasó o es sólo una sensación pasajera? -Soy moderadamente optimista frente al futuro. Argentina alcanzó un equilibrio económico muy básico, muy elemental, logrado sobre la base de cuentas que cierran con alfileres. Un pequeño desvío puede generar un desastre. Pese a esto hay fuerzas convergentes con un sistema estabilizado. Estamos en una meseta y no seguimos cayendo. Además, el tipo de cambio lleva, con reparos, varios meses estable. -¿Este equilibrio es inestable o puede ser el portal de algo más seguro? -Se puede ir rápidamente por la borda con una mala noticia como es un episodio político o electoral que impida llegar a acuerdos con organismos multilaterales. O bien puede consolidarse sobre la base de los avatares políticos. Pero para lograr esto hay que tomar medidas importantes para esta transición. -¿Como cuáles? -Primero consolidar la cuestión fiscal. Trabajar sobre el presupuesto de 2003, que nos va a dar un déficit grande sin fuentes de financiamiento, por lo cual la única forma de cubrirlo es la emisión monetaria. Hay que consolidar también el sistema financiero porque, pese a que el nuevo canje de bonos fue exitoso, potencialmente el año que viene hay una salida de depósitos grande en cuanto a compromisos de devolución. Y si se da en un contexto desequilibrado, puede ser un desastre. -Habla de emisión. ¿Puede generarse un brote inflacionario a partir de esto? -La inflación debe ser controlada y tenemos que trabajar para tenerla reprimida. Sobre todo en lo que tiene que ver con las tarifas públicas, que hay que normalizar pero en un ambiente que genere una inflación razonables. De otra forma, deberá hacerlo el próximo gobierno y el costo político y económico va a ser más alto. Además, hay que lograr un acuerdo con los organismos e intentar no caernos del planeta. -¿Era inevitable devaluar? -A fines de 2001 fui jefe de asesores en el Ministerio de Economía. Los que estábamos en el gobierno en ese momento sabíamos que tal vez eran necesarios algunos ajustes pero no era el momento de devaluar. No hacía falta, las correcciones de precios relativos podían hacerse por otros mecanismos, sin expropiar ni dejar al país en un default internacional. Pero algunos diputados me confesaron más tarde que ellos trabajaban en contra nuestro con la alternativa de devaluar como se hizo. -¿Los políticos metieron la interna en esto? -En realidad funcionaron los lobbies. Había gente que quería devaluar para licuar sus pasivos y ellos fueron el instrumento. Devaluar y pesificar para lograr sus objetivos económicos a corto plazo, deberían reconocerlo con honestidad. Hoy no lo reconocen pero tendrían que hacerlo. -Pero el decreto del corralito y la acción confiscatoria de depósitos impuesta por Cavallo ya estaba en marcha. -Nuestra estrategia era intentar preservar lo más posible los derechos de propiedad. El corralito ya era una primera situación de violencia a los depositantes pero nuestra coyuntura marcaba una reestructuración de deuda que iba a tomar un par de meses muy duros. -¿Evaluaban salir del uno a uno? -Cuando uno sale al resto del mundo los economistas dicen: tarde o temprano la Argentina tenía que encontrar otros mecanismos fuera de la convertibilidad. Esto explotó en medio de un conflicto social y político que generó en parte la inevitabilidad política de la devaluación pero se eligió la peor forma. -La primera etapa del gobierno, cuando Remes Lenicov estaba en Economía fue muy complicada ¿A Lavagna lo ve mejor? -En realidad la actual situación se sustenta en algunas cosas que hizo Remes y tampoco le está yendo tan bien. El tipo de cambio está estable pero altísimo. Hubo una híper devaluación. Le va bien en el sentido que se estabilizó la caída del Producto Bruto. La inflación licuó salarios reales, el gasto público y generó un poquito más de recaudación. Pero en junio de 2001 la Argentina tenía 83 mil millones de dólares depositados en el sistema bancario, y hoy sólo existen 17 mil millones de dólares. -¿La industria local podrá, en este panorama, sustituir importaciones? -Es complejo. La sustitución tiene un límite y es el consumo, que está estancado. Estamos cerca de tocar ese límite. -¿Qué sector se podrá reactivar? -Evidentemente, por el sector exportador. Muchos licuaron sus deudas por la pesificación y ganaron rentabilidad porque salarios e impuestos no subieron tanto como el tipo de cambio. Los problemas son los de siempre. El tiempo que lleva exportar, la orientación del mercado y el crédito, que no existe.
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