Javier Felcaro / La Capital
Juan Ricardo Mussa parece seguir al pie de la letra el viejo refrán que dice "persevera y triunfarás", pese a que la inapelable realidad recuerda que, a la hora de hacer política, es el dueño de un récord: el de mayor gasto en campañas frustradas. Pero este dato estadístico no le impide reintentar el sueño dorado de llegar a la Casa Rosada. Por eso se anotó como precandidato presidencial del justicialismo. Mussa es un empresario dedicado a la venta de lonas y telas plásticas que peleó en todas las internas del PJ y, además de precandidato a la Presidencia, se postuló como senador, diputado e intendente porteño. Sin embargo, cansado de los continuos condicionamientos a sus planteos, pegó el portazo en julio de 1999. También su nombre había aparecido vinculado con el affaire de los guardapolvos (1990), aunque siempre aclaró que se trató de una chicana para perjudicarlo. "Soy un ex justicialista con alma peronista", le dijo Mussa a La Capital poco antes de las elecciones del 24 de octubre del 99. Ya era candidato por la Alianza Social Cristiana y a su condición de rara avis de la política le había agregado un condimento muy especial: perfume de mujer. Es que presentó como compañera de fórmula a la escribana y líder de un grupo bailantero Fernanda Herrera. Joven, morocha y curvilínea. La mejor apuesta al voto extra a cambio de una linda sonrisa. Confiado en la "montaña de amigos" que lo avalaba, Mussa desplegó un abanico de singulares iniciativas, que dejó a juicio de los ciudadanos a través de su site en Internet (www.mussapresidente.com.ar), actualmente anulado, aunque tal vez no por mucho tiempo. Propuso que los funcionarios cobraran el sueldo de un trabajador y escraches contra beneficiarios de jubilaciones de privilegio. "Cuando alguien se presente a cobrarlas, voy a decir: «Mirá, a tal hora irá este tipo al banco»", ejemplificó. Nobleza obliga, Mussa pareció vaticinar lo que iba a ocurrir dos años después, al posar sus dudas sobre la UCR cuando la cuenta regresiva electoral estaba en marcha y las encuestas le sonreían a Alianza: "Detrás de Fernando de la Rúa no hay nenes de pecho y son bastante complicaditos". También lo desvelaba la inseguridad, problemática que se potenció a niveles alarmantes. Ahora es muy probable que Mussa vuelva a ofrecer su receta. "Hay que poner tanquetas en las zonas rojas del delito. Los chicos están desorientados por culpa de los políticos que los usan para las hinchadas y les dan cosas que no corresponden", fue su sugerencia por entonces. Las urnas terminaron imponiendo la fórmula De la Rúa-Chacho Alvarez. El binomio Mussa-Herrera no cosechó ni el 1% de los votos. Luego, nada más se supo de ellos. El miércoles pasado, el justicialismo dio cuenta de una tercera fórmula para la Presidencia: Mussa-Rubén Suárez. El verborrágico empresario irá, una vez más, por la llave de Balcarce 50. Claro que antes tendrá que someterse a una interna en estado de conflicto permanente. Seguramente, a Mussa esto no le importa. Es que, según su redefinición de un popular proverbio japonés, "si el problema no tiene solución, para qué me voy a hacer problema; y si la tiene, para qué me voy a hacer problema".
| "Pongamos tanquetas en las zonas rojas del delito", dijo. | | Ampliar Foto | | |
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