Año CXXXV
 Nº 49.644
Rosario,
domingo  27 de
octubre de 2002
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De Bs As a Cuzco: Travesia incaica
Caminos desconocidos y una cartografía inaccesible son algunos de los desafíos del recorrido por tierra desde Buenos Aires hasta Cuzco

Ir desde Buenos Aires hasta Cuzco por tierra, y regresar, era algo similar a un sueño. Y que nos acompañaran varias camionetas, sólo las potenciaban. En esta nota relataré el primer tramo del recorrido.
Para viajar se necesitan tres cosas: tiempo, dinero y que ambos se den de manera simultánea. Con mi amigo y colega salteño Federico Norte (www.nortetrekking.com) -su apellido es una mera coincidencia respecto a su residencia- analizamos posibilidades y alternativas. Este proyecto seguía estando en carpeta y llegaba el tiempo de concretar.
Pero faltaban varios detalles por resolver, y uno de ellos era el recorrido elegido ya que eran cuatro los países involucrados en una zona "delicada", el Altiplano. La altura importante, los caminos desconocidos, la cartografía inaccesible, lo primitivo cohabitando con lo auténtico y, lo más destacable era que nuestros "taytantos" años en turismo no alcanzaban para contestarnos la interminable cantidad de preguntas que iban surgiendo.
Las embajadas, quizá atrapadas por su propia burocracia, no nos facilitaron la información que necesitábamos: y la aventura ya empezaba. Más que nada, creo que era desconfianza de entregar información, porque las comunicaciones -sobre todo Internet- permiten mucha rapidez y fluidez para cualquier consulta pero hay que estar organizado. Porque nuestro objetivo era conocer con ojos propios lo visto o imaginado, leído o escuchado en infinidad de libros, fotos, relatos, historias fantásticas y leyendas, pero eran siempre los ojos, objetivos o plumas de los otros.

Comida comunitaria
Basta de filtros, ya era hora de tomar decisiones para salir a buscar y encontrar. Fechas, duración, vehículos, alojamientos, etcétera, eran preguntas que iban surgiendo entre Salta y Buenos Aires, y que resolvíamos sin pausas a pesar de la distancia.
Y llegó el gran día: finalmente se anotaron 3 camionetas, 2 desde Argentina -una con tripulación venezolana-, y la tercera desde Ponta Grossa (Paraná, Brasil), que cruzaría Misiones y el Chaco para llegar a Salta y unirse al grupo. Salimos, tempranísimo, para cumplir la primera etapa: llegar en un día -1.600 kilómetros- a "la Linda" para la primera comida comunitaria.
Cumplida esta primera jornada, sabíamos que era fundamental aclimatarnos a la altura: estábamos en los 1.200 metros sobre el nivel del mar -nada, pues iríamos, en poco tiempo más, bien por encima de los 4.000- y por eso haríamos una "parada de descompresión" en La Quiaca, a "sólo" 3.450 metros. Y así fuimos deshojando Jujuy, Purmamarca, Tilcara, Huacalera, Humahuaca y, antes de recalar en La Quiaca, pasamos por el maravilloso pueblo de Yavi con su antigua iglesia fechada en 1.690.

Asombro argentino
A la mañana siguiente, las gendarmerías argentina y boliviana. De nuestro lado, una anécdota que sólo toleramos con paciencia, porque conocemos nuestras reglas de juego, y porque somos argentinos. Creo que aún no logré colmar mi capacidad de asombro. Porque me faltaba la grabación del número de dominio -la chapa- en los cristales del vehículo, la Aduana no permitía que la camioneta salga del país.
-"Pero mire que pasé por aquí hace menos de 4 meses y ni se fijaron. ¿Hace cuánto que está en vigencia esta ley?"
-"Uyyy... hace más de dos años."
-"¿Y?... ¿Porqué no me lo pidieron entonces?"
-"Porque antes no se aplicaba, pero ahora se exige", fue la insólita respuesta del funcionario, dándome a entender que, seguramente, él estaba tratando con un tonto.
Cumplido esta formalidad previo pago y espera de 3 horas -era la siesta-, cruzamos la frontera. Por el mismo motivo argentino, tampoco estaba el funcionario boliviano, pero cumplimos las formalidades en su domicilio particular, de muy buen talante y humor y rodeados de toda su familia.
Y comenzaba nuestra aventura, con detalles a tomar en cuenta: por ejemplo, la concesión boliviana cobra un peaje (más o menos u$s1) para transitar sobre una ruta, ora de tierra, bastante angosta, ora de ripio, con muchos pozos y animales sueltos. Pero hay cosas insólitas: llegamos al puesto de peaje -una barrera metálica que cruza la ruta- y tuvimos que detener el vehículo, el motor, descender del mismo, identificarnos, dar las características de "la movilidad" y pagar el peaje: nadie viene a cobrar sino que hay que ir a pagar (este tipo de controles se hacen sólo en zonas de frontera y duran unos 20/25minutos)

Mercado multicolor
Fuimos desgranando, como cuentas de un rosario, varias ciudades "muy" del Altiplano, de ese -nuestro- Alto Perú escolar que fuera regado con sangre criolla, y visitando Santiago de Cotagaita con su mercado multicolor y "multi-olor", para finalmente llegar a Potosí.
A Potosí, mítico nombre de una ciudad que, en su época de esplendor, tenía unos 155.000 habitantes. A Potosí, ciudad cuyas entrañas parieron muchísimos miles de toneladas de plata en lingotes o monedas acuñadas a un costo de más de 8 millones de almas.
Después del Cerro Rico, de varias iglesias y de la Casa de Monedas, nuestro camino nos acompañaba por una ruta de ripio hacia La Paz, sin dejar de lado a Oruro: se imponía una visita al Museo Nacional de Antropología y su fascinante Sala de las Máscaras, muestra de la excepcional colección proveniente de las "diabladas" locales.
Y llegamos a La Paz. Esta ciudad, a 3.650 metros sobre el nivel del mar, es una aglomeración ecléctica en la cual conviven, armónicamente, oficinistas en mangas de camisa y corbata, campesinos, mineros, vendedores de todo tipo, y el caos, el caos del tránsito. En la zona del "mercado" no hay esquina que no sea un embudo, en el cual nadie se mueve, los peatones circulando entre los vehículos, y esto cuando no hay alguna marcha o manifestación contra algo. En ese caso, la cosa se pone peor.
Entonces dejamos las camionetas en una estación de servicio para repasar las cubiertas, los niveles, y una mínima limpieza, e hicimos el city tour en mini-van, única manera de ver la ciudad y no "morir" en el intento.
A los dos días, salimos hacia Tiwanaku. Si hay ciudades que generan misteriosas versiones sobre sus orígenes, ésta es una de ellas. Mucho se ha hablado y escrito, sólo queda el 2% de lo que fuera el origen de la etapa primaria del fantástico imperio quechua -mal llamado "inca"- que dominó desde Ecuador hasta Mendoza, en Argentina. El desconocimiento de esta cultura -ya que todo fue roto o saqueado- impulsó a Von Dannicken a pergeñar su teoría de seres extraterrestres que hicieron base en esa maravillosa planicie: nada de eso...


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