Año CXXXV
 Nº 49.644
Rosario,
domingo  27 de
octubre de 2002
Min 16º
Máx 24º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






Junín: Entre lagunas y pescadores

Junín ofrece el ámbito ideal para unas vacaciones sanas y apacibles en todas las estaciones del año. Su mayor atractivo son los tres espejos de agua: las lagunas de Mar Chiquita, El Carpincho y Gómez. Pero, al llegar a Junín el viajero se sorprende porque se encuentra con una ciudad pujante, limpia y ordenada. En 1829, después de la batalla de Caseros, se la llamó Fuerte Junín y desde 1906 es una ciudad que festeja su fundación los 27 de diciembre y su fiesta patronal, el 31 de julio, día de San Ignacio de Loyola. La mayor fiesta que se realiza es la del pejerrey, el segundo fin de semana de mayo.
Con dos lagunas y el río Salado, todos los que visitan Junín pueden pescar. La inmensa laguna de Gómez tiene una sólida infraestructura con un balneario municipal, un espigón de 3.000 metros, fogones, proveedurías, alquiler de cabañas, restaurantes, bares, canchas de fútbol, entre otras. En tanto, la laguna El Carpincho está casi exclusivamente dedicada a la pesca.
Para los amantes de la historia, la ciudad de Junín ofrece un misterioso y fascinante paseo por La Oriental, una estancia con una insólita propuesta de muebles franceses pertenecientes al coronel Dorrego. Cuando es fusilado, la estancia pasó a manos de la provincia de Buenos Aires hasta que en 1880 la compró Justo Saavedra. Allí construyó el casco original y murió sin tener descendientes. Sus bienes pasaron a manos de su sobrino Justo del Carmen Saavedra, quien en 1892 decidió refaccionar la casa para consolarse de la trágica muerte de su mujer, ocurrida en plena luna de miel. Nunca volvió a formar pareja ni tuvo hijos. A esta estancia la heredaron unos sobrinos quienes la vendieron a la abuela de Rafael Torredo.
Pero con el paso del tiempo la casa decayó, pero se le devolvió todo su esplendor cuando Rafael y Estela Ocampo se casaron y la renovaron.
La mansión renació día a día con sus chimeneas prendidas y sus muebles dorados, combinando a la perfección con sus gigantescas proporciones principescas.


Diario La Capital todos los derechos reservados