Vox Dei se presenta hoy, a partir de las 20, en Indian Pub, Pellegrini 971. La banda, que actualmente integran dos de sus fundadores, Willy Quiroga (bajo y voz) y Rubén Basoalto (batería), junto a Gerardo Gardelín (guitarra), se encuentra festejando sus 35 años de carrera. En diálogo con Escenario, el bajista Willy Quiroga dijo que "el sonido de la banda es actual, es una topadora. No salimos al escenario a jugar", aseguró. -¿Tienen planeado hacer un disco de estudio? -Nosotros sí, pero el país no tiene planeado nada (risas). Acá no hay productores. Está todo el mundo asustado, y los únicos que se animan a producir hacen cumbia. Van a la fácil. Saben que eso pega, que un par de palabras soeces están en boca de toda la gente que no quiere pensar y lo mandan al frente. -¿Qué significa Vox Dei hoy? -Significa la continuación de una idea y una forma de ser. La esencia de Vox Dei es la de ser sinceros con la gente y no pretender ser más que de lo que somos. -A esta altura, ¿se consideran una leyenda? -Eso dice la gente. Yo me considero vivo, las leyendas pertenecen a personas que ya se han ido. Yo estoy acá. Nosotros estamos tocando todos los fines de semana, presentando el resultado de 35 años de trabajo. Lo que no hacemos, ni se debe hacer, es dar un paso más grande de lo que nos permite el cuerpo. Actualmente Vox Dei no está ni en la cresta de la ola ni está para hacer el Opera o el Gran Rex. Pero donde vamos la gente nos va a ver. -¿Cómo los afecta la crisis? -Nos produjo lo que le produjo a todo el mundo. A veces uno jode diciendo que estamos todos en un mismo bote pero es cierto. Gracias a Dios tenemos trabajo, pero hemos tenido que resignar ciertas cosas, como hacer una vez por año un recital en un teatro grande de la calle Corrientes. A mí no me pagan cinco millones de dólares para que grabe un disco. La compañía nos paga por lo que vendemos, y ese es un dinero bien habido, como corresponde. -¿Se renovó el público de la banda? -Ahora se sumó otra generación. Desde chicos de 10 ó 12 años hasta personas que hoy en día son abuelos, que tienen 55 años. El público se empezó a renovar a principios de los 90, a partir de la entrada de Gardelín, cuando la banda tomó otro cariz, se volvió más vivaz, más enérgica. -¿Cómo ves la escena actual del rock nacional? -Muchas bandas están en las mismas condiciones que nosotros, tienen ganas de hacer cosas pero no pueden. A mí me gustan Divididos, es un trío excelente. Lo conozco a Ricardo Mollo desde que tenía 16 años, y ya entonces me maravillaba cómo tocaba la guitarra y la personalidad que tenía. -¿Se sienten respetados por la nueva generación de rockeros? -Nunca se sabe. Los chicos de La Renga dicen que nos admiran y hacen temas nuestros. Eso me encanta. Hay músicos, como Guillermo Vadalá o Gustavo Giles, que dicen que tocan el bajo porque me querían imitar. Y ahora ellos me pasaron por encima (risas), son infernales. C.T.
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