Año CXXXV
 Nº 49.644
Rosario,
domingo  27 de
octubre de 2002
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La ley de extranjería impone un severo control para quienes llegan a la península
La dura pelea de los argentinos que eligieron emigrar a España
Huyen buscando un futuro, pero no es fácil batallar contra las restricciones para la inmigración

Fernando Gabrich / La Capital

Barcelona (corresponsal). - Solange camina a paso rápido por el metro de la plaza Catalunya. Su panza sobresale entre la multitud. Está por dar a luz su séptimo hijo. Junto a ella camina su esposo, Jorge, que empuja un cochecito donde van dormidos dos de sus hijos. Los otros siguen el paso de la madre. Hace tres días que no se bañan. "Nos vamos a Sabadell, allí me darán hospedaje en un convento de monjas y podré estar tranquila y parir. Jorge seguirá en Barcelona trabajando", dice con una tonada argentina que ya no llama la atención por estas tierras.
Solange es de Banfield y decidió emigrar porque "allá las cosas están terribles". Ella y su familia llegaron hace menos de un mes. La situación no es fácil. Para nada. Están sin papeles y encontrar trabajo así se torna más duro. Es una argentina que logró pasar las barreras inmigratorias y que la está peleando en Barcelona. Es un ejemplo de muchos inmigrantes recién llegados a estas tierras, una más que vive la crudeza de un exilio made in Argentina.
Según fuentes confiables, el año pasado ingresaron 150 mil argentinos a España. En estos días, llegan 500 por semana y en julio dos mil. Las ciudades más elegidas son Barcelona (especialmente por los rosarinos), Madrid, Vigo y Mallorca (se estiman cerca de 9.000 marplatenses). En Barcelona, se encuentran 14 mil argentinos; claro que esta cifra del sistema de empadronamiento deja afuera a muchos.
La inmigración argentina se tornó en los últimos meses un tema de gran preocupación para el gobierno español y de hecho han aplicado una política tan autoritaria como irracional. Ahora, el argentino sin papeles deberá someterse a la ley de Extranjería para ingresar.
"En líneas generales, el argentino que llegó hace poco está muy mal. Hemos tenido varios casos de intentos de suicidios, por eso digo que la gente viene engañada. Se agarran a la fantasía de emigrar y eso dura hasta el avión, porque cuando te sentaste ahí y dejaste a tus seres queridos, todo es muy difícil". Lo asegura Diego Arcos, un argentino que desde el 89 reside aquí y que fundó el Casal Argentino en Barcelona (www.casalargentino.org), un lugar que sirve de recepción, información, asesoramiento legal y psicológico. Además, hay 10 entidades más en Catalunya con este fin.

El cosmos rosarino
Muchos de los miles de argentinos que vienen a Barcelona son de Rosario. La similitud con la Chicago Argentina es un punto de atracción al momento de elegir el destino donde seguir viviendo. Para los que llegaron a estas tierras hace un año atrás, la situación es diferente. Pablo Barsky, un rosarino dedicado a la gastronomía es un claro ejemplo de esto. "Es cierto, para los que llegan sin papeles hoy el panorama está complicado. Yo vine hace casi un año y medio y las cosas me han ido bien", explica quien ahora tiene contrato de trabajo y desarrolla sus dotes gastronómicas en un restaurante mexicano.
Como Pablo Barsky, existen numerosos casos de rosarinos que ya están acoplados a la vida catalana sin dejar de lado los lazos con sus orígenes. "Una vez que estás instalado todo es más fácil. En mi caso puedo viajar a Argentina una o dos veces por año a ver mi hija Astrid, y además puedo seguir a Newell's través de Internet". Es que las reuniones en bares donde pasan fútbol argentino, los picados, las carnes asada y las rondas de mate, siempre están presente en esta España teñida de blanca y celeste.
"El argentino llega engañado, ya que cree que viene a una sociedad que es similar a la nuestra. Por ejemplo, lo primero con lo que se choca en Barcelona es con el idioma catalán. Por eso nuestra posición en el casal es la de articular nuestra cultura con la catalana, que es con la que convivimos. Por eso tenemos una excelente relación con ellos y esperamos tenerla mucho mejor", asegura Pablo.
"La sociedad catalana tiene una actitud de solidaridad descomunal y de hecho, Barcelona es el mayor destino de los argentinos que vienen a España porque reúne las condiciones de una sociedad blanda, acogedora, con mucha cultura, playas y un medio mucho más cálido en lo humano. Además el clima es propicio", sostiene el creador del casal argentino.
Es cierto. Los ciudadanos argentinos son bien recibidos por la sociedad española, pero no así por el Estado. Y eso lo afirma Arcos en sus palabras: "Lo que quiero resaltar que de la misma manera que la política de Aznar es racista, xenófoba y deshonesta, la actitud de los funcionarios y especialmente de los guardias civiles, es excelente".
Pero las condiciones del recién llegado sin pasaporte comunitario es más compleja. Cómo el caso de Solange. "Si alguien se ve obligado a venir, lo mejor es que se organice, se vincule con asociaciones".
Solange camina hacia el tren a Sabadell. Atrás, pasando el Atlántico quedó la Argentina devastada por la crisis social y económica más grande. Ella no es un caso aislado. Es uno más. Aquí en Barcelona, allá en Madrid o más lejos, en Vigo.



Nuevas reglas van a detener las colas en las embajadas.
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