Un empresario rosarino de 61 años fue procesado por explotar a jovencitas de 11 a 13 años que al parecer reclutaba de la calle para que ejercieran la prostitución en un departamento céntrico adonde las alojaba. Las menores también eran trasladadas periódicamente a un establecimiento llamado Las Piedritas en el cual debían tener sexo con hombres contactados por el explotador. La red de prostitución de menores quedó al descubierto en agosto del año pasado cuando una mujer denunció que su nieta de 13 años y otras chicas eran obligadas a prostituirse bajo un duro régimen de vigilancia que les impedía abandonar el lugar. La mujer estuvo al tanto de la situación cuando su nieta le pidió al hombre que las sometía dinero para comprar un pancho y, en cambio, lo utilizó para llamarla por teléfono y contarle lo que pasaba. El 29 de agosto de 2001, la mujer denunció el caso en la división Seguridad Personal de la policía. Luego los agentes contactaron a la chica, que describió con precisión al sospechoso y realizó un minucioso relato acerca de los lugares adonde era sometidas las jovencitas. A partir de ese testimonio, los agentes pudieron individualizar al acusado y cuatro meses después lo detuvieron. Se trata de Carlos Enrique Barker, de 60 años, quien es dueño de una empresa de construcciones y, según reveló la policía en el momento de su detención, alguna vez estuvo vinculado políticamente con el militar carapintada Aldo Rico. La chica que denunció el caso contó que de vez en cuando abandonaba la casa de su abuela y en esas ocasiones dormía junto con otras jovencitas en los viejos galpones del ferrocarril ubicados en el parque de la Bandera. Allí conoció a otra adolescente que las contactó con Barker, quien las llevó a un departamento que alquilaba en Urquiza al 1500. Las menores ejercieron la prostitución en esa casa al menos durante una semana. Pero además, según el relato de la menor a la Justicia, el hombre las trasladaba periódicamente a un lugar llamado Las Piedritas donde debían mantener relaciones con hombres que él contactaba. El imputado, por su parte, negó todas las acusaciones. En su declaración judicial, Barker alegó que alquilaba el departamento de Urquiza al 1500 "para actividades comerciales", y dijo que en determinado momento se lo prestó a la hija de una conocida. Negó todo vínculo con las restantes menores y dijo desconocer que allí se practicara la prostitución. El juez de Instrucción Osvaldo Barbero, que investigó el caso, consideró acreditado que entre junio y agosto de 2001 al menos cuatro menores ejercieron la prostitución en ese departamento al mando del imputado, quien se habría encargado de los traslados en camioneta a Las Piedritas y "obtuvo un provecho económico" por esa actividad. Barker fue procesado por dos delitos no excarcelables: promoción y facilitamiento de la prostitución de menores de 13 años y explotación económica del ejercicio de la prostitución. Fuentes judiciales indicaron que la resolución fue recientemente confirmada por la Sala IV de la Cámara Penal.
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