Una nueva misión argentina viajará la semana próxima a Washington para cerrar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. El secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, viajará mañana por la noche y desde el lunes negociará sobre los puntos conflictivos del borrador de acuerdo. Si las conversaciones llegan a buen puerto, el miércoles se sumaría el ministro de Economía, Roberto Lavagna, ya para firmar la carta de intención que permita acordar la postergación de vencimientos de deudas hasta fines del 2003.
Según informaron voceros del Ministerio de Economía, Nielsen se reunirá a partir del lunes con el encargado del caso argentino, John Thornton, y con el director para el Hemisferio Occidental del organismo, Anoop Singh, con quienes buscará acercar los términos de una carta de intención definitiva.
"El posible viaje de Lavagna no implica que se haya llegado a la solución, sino que se trata de un esfuerzo adicional que realiza la Argentina para alcanzarla", subrayaron los voceros, quienes resaltaron además que los nuevos contactos "buscan destrabar los temas pendientes".
En tren de quitarle presión al viaje, las fuentes del Palacio de Hacienda aclararon que no hay un cronograma establecido para las conversaciones sino "sólo la voluntad de acercar posiciones". Sin embargo, aseguraron que la delegación argentina permanecerá en Washington "todo el tiempo que sea necesario".
El envío de la misión encabezada por Nielsen, fue acordado durante una teleconferencia que mantuvo el ministro con el director gerente del FMI, Horst Köhler.
La delegación que partirá el domingo hacia Washington estará integrada también por los asesores del Palacio de Hacienda Gabriel Rubinstein y Sebastián Palla, mientras que por el Banco Central irán su economista jefe, Alejandro Henke, y el síndico Marcelo Biffi.
Punto por punto
Nielsen buscará destrabar los temas que traban la redacción de una carta de intención definitiva, luego de casi un año de negociaciones. Si todo va bien, entre el jueves y el viernes de la semana próxima se acabaría el ida y vuelta de borradores que comenzó a mitad de año, cuando Lavagna envió su primer propuesta de acuerdo, siguió hace poco más de un mes, cuando el Fondo depositó su propia carta en manos de Nielsen, y tuvo su último capítulo hace dos semanas, cuando el gobierno envío una nueva contrapropuesta.
Para lograr un acuerdo definitivo, Nielsen deberá destrabar las diferencias que aún subsisten con el organismo. Las principales son: \* Control de cambios: el Fondo quiere lisa y llanamente el desmantelamiento del control de capitales y del esquema de intervención dispuesto por el Banco Central para contener el dólar.
* Ajuste: el organismo reclama que se eleve la meta de superávit fiscal primario contemplada en el presupuesto 2003, de 2,18% del PBI al 2,5%, lo que implicaría subir impuestos y recortar gastos.
* Tarifas: el FMI pretende un aumento del 30% enlos precios de los servicios públicos. Lavagna se había plantado en el 10%. Nielsen llevaría ahora por escrito la última propuesta del gobierno argentino, que aceptaría un ajuste no mayor al 15% promedio y ratificaría la tarifa social.
El anuncio del viaje de Nielsen se conoció un día después de que el vocero del Fondo, Thomas Dawson, reconociera la posibilidad de que se alcance un acuerdo durante noviembre, antes de los vencimientos que Argentina debe afrontar con el Banco Mundial. A esa declaración se sumó horas después la de la propia subdirectora gerente del Fondo, Anne Krueger.
Krueger es la funcionaria del organismo que más dureza exhibió en las negociaciones e incluso esta semana amenazó con frenar los contactos, enojada porque el gobierno argentino no aceptaba íntegramente los términos del borrador de carta de intención enviado por el Fondo.
El jueves, Krueger se mostró enojada: "Si hubieran aceptado los términos, el acuerdo habría concluido", expresó.
Pero a instancias de Lavagna, el gobierno se abroqueló en una posición de máxima. "Nosotros dijimos que queremos un acuerdo cuyas bases no sean ya los ajustes, como se ha hecho en otras épocas, sino las políticas de crecimiento", dijo ayer el jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof, en su habitual reunión con la prensa.
Urgencia de EEUU
Para solucionar la crisis que amenazaba con desatar Krueger y habilitar una negociación cara a cara entre argentinos y fondomonetaristas, fue fundamental la gestión del gobierno estadounidense.
El jueves, el Departamento de Estado emitió un comunicado en el que subrayó la importancia de Argentina como aliado político en el continente.
El vicecanciller argentino, Martín Redrado, que lideró en Washington una serie de negociaciones comerciales con Estados Unidos, indicó que ese país "está promoviendo una negociación cara a cara con el Fondo".
En línea, Atanasof dijo ayer por la mañana que "estamos próximos en lo que hace a plazos y contenidos del acuerdo".
El gobierno negocia contrarreloj para evitar entrar en default el 9 de noviembre, último plazo para pagar un compromiso de 800 millones de dólares con los organismos multilaterales de crédito. El acuerdo que se busca es un stand-by que le permitiría a la Argentina postergar pagos a entidades internacionales pro 14.500 millones de dólares.
El escenario de un nuevo default no sólo espanta a la Argentina sino a los propios organismos, como el Banco Mundial, que recibió la advertencia de parte de empresas calificadoras de que, si se produce ese incumplimiento, se verían obligados a rebajar la nota de su cartera crediticia.
Por otro lado, existiría de parte del gobierno norteamericano, la intención de cerrar el capítulo argentino de la crisis sudamericana, que ya acumula suficiente pólvora para el futuro con los temores sobre una eventual reprogramación de deuda por parte de Brasil.