Año CXXXV
 Nº 49.643
Rosario,
sábado  26 de
octubre de 2002
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Se prevé un nuevo récord en el área sembrada con soja. ¿Es para festejar?
El peligroso camino de la sojificación
Si se hubiese mantenido la superficie sembrada con maíz y trigo, habrían ingresado 300 millones

Fernando Botta y Marcelo Tolchinsky

La aparición del reporte de la Secretaría de Agricultura, la semana pasada, en el que se difundió el importante incremento de área estimada de siembra de soja para la presente campaña fue recibida con cierto entusiasmo por distintos sectores de la Argentina. Sin embargo a comienzo de este año, con un dólar de huida, con la aparición de tipo de cambio múltiple y la posterior implantación de las retenciones, se preveía una caída de la productividad del sector y precisamente, las señales venían de la mano de la caída en la intención de siembra de la superficie de trigo y maíz, y con ello un esperado aumento del área dedicada a la soja.
Este proceso de disminución del área de sembrado con gramíneas no se inicia en esta campaña sino en la campaña 97/98. En ese momento comienzan a conjugarse aspectos internacionales, tales como la caída de precios internacionales de todos los cultivos, (liderado por la caída de la soja), la posterior devaluación del real, etc., con los ya conocidos problemas nacionales. A los nacionales, se los puede resumir en un sólo elemento: la desconfianza sobre la capacidad de la sociedad Argentina de conducir racionalmente a su Nación. La manifestación más típica, pero no única, del problema es la incontinencia de los gastos, aumento de las deudas, aumento de impuestos (21.900 millones de pesos desde 1998 hasta la gestión de R. Lenicov), incremento de la incertidumbre y, al final del camino, la devaluación de la moneda.
En ese contexto, los distintos participantes de cualquier cadena de producción tienden a disminuir los niveles de inversión, disminuir los niveles de riesgos asumidos y cambiar la unidad de valor utilizada, ahora variable, por una más constante como el grano de soja. Entonces, la "sojificación de la Argentina" es un hecho. Pero este proceso no se puede realizar sin limitar, en el largo plazo, la competitividad sectorial y la sostenibilidad de los recursos.
De hecho, tanto el cultivo de trigo como el maíz, por su capacidad de utilización del recurso tierra, su potencial de rendimiento y sus aportes a la rotación de los cultivos, pueden acelerar el crecimiento del sector. Pero para que ello ocurra hay que estar dispuesto a realizar una mayor inversión, (tanto en tecnologías de insumos como en las de proceso) y por supuesto, debe existir un bajo costo de oportunidad en inversiones alternativas, incluido el costo de oportunidad de mantenerse stokeado en soja.

Economía de stock
Para la nueva campaña sojera se espera, en respuesta directa a los mayores niveles de incertidumbre de la economía argentina, un aumento de área, caída en la utilización de insumos, disminución de las hectáreas en siembra directa, etc.
Un relevamiento rápido realizado a través de informantes calificados (profesionales de cooperativas) en el centro-norte de la provincia de Santa Fe y norte de Buenos Aires, recoge la percepción previa a la siembra de esta campaña en comparación a lo observado en la campaña pasada.
Las opiniones indican que la soja ocupará en la campaña 02/03 casi el 80% de la superficie, con un crecimiento del 8% respecto a la campaña anterior, reduciéndose la superficie de soja de segunda y el área dedicada a maíz. En lo que hace al nivel tecnológico se percibe la intención de trabajar con un menor nivel de inversión ya que en el área fertilizada, si bien en soja no es representativa, se espera una caída del 35%. y la siembra directa podría disminuir en 11,5% (elemento que está muy a la vista si uno recorre las rutas de la pampa argentina).
Con respecto a la productividad media esperada, las opiniones indican la posibilidad de un crecimiento moderado (+ 3%) pasando los promedios de 26,8 a 27,7 qq/ha. En general esta idea está basada en supuestos de mejores condiciones climáticas (lluvia) con relación a la campaña pasada que en parte de la zona relevada no fue buena.
Si la percepción de los informantes es correcta y si las cifras fueran representativas de todo el país, el área de soja podría crecer hasta las 12.300.000 hectáreas (12,6 millones es la máxima área esperada por la Sagpya) y la producción alcanzaría los 33 millones de toneladas.
En cuanto a las causas, los informantes coinciden en señalar que la falta de rentabilidad en las actividades ganaderas (carne, leche y cerdos), la ausencia de créditos para sembrar trigo y para afrontar una mayor inversión por hectárea en la siembra de maíz, los mayores rindes de indiferencia y la necesidad, en un escenario da alta incertidumbre, de disminuir riesgos y por ende las inversiones, han influenciado fuertemente la decisión del productor.
En la actual campaña, con una condición de oferta y demanda mundial de soja más ajustada, los precios evolucionaron favorablemente, reforzando las decisiones de siembra de dicho cultivo.

Interrogantes
Sin embargo, no sólo la soja evolucionó favorablemente. Desde el 27 de mayo hasta el 10 de septiembre, los precios del trigo en Chicago se incrementaron un 50%, los del maíz un 21%, en tanto que la soja sólo incrementó su precio en un 15%.
Si el sector hubiese logrado mantener el área de siembra de trigo y maíz del año pasado y la soja hubiese mantenido su tasa de crecimiento de área en un 2,5%, los ingresos en manos de las empresas del sector hubiesen superado en algo más de un 4% a los que se obtendrán con la supercosecha de soja que comenzó a sembrarse. Es decir que los ingresos del sector podrían haber sido unos 300 millones de dólares superiores a los proyectados por las intenciones de siembra actual.
Con este incremento en la tendencia del monocultivo y menor nivel de inversión se acentúan los interrogantes ¿Es sostenible el agroecosistema regional y su recurso suelos? Si el agroecosistema no resultase sostenible a mediano o largo plazo ¿se podrá sostener la tasa de crecimiento de la productividad de la soja observada en años anteriores, aceptando aún el aporte de los nuevos materiales genéticos? En cuanto al crecimiento del sector y sus empresas, el interrogante es: ¿Hacia dónde crecerá el sector? ¿cuál será su aporte al crecimiento y desarrollo local, regional y nacional? ¿cuáles serán las posibilidades de mediano plazo para la continuidad de las pymes actuales y/o la aparición de nuevos agroemprendimientos?
Las interrelaciones de las causas son evidentes, factores socioeconómicos, políticos y tecnológicos conforman la trama del problema. Es tarea de los dirigentes, profesionales y productores comenzar dilucidar estos temas y contribuir a generar los instrumentos que permitan afrontarlos porque, tal como lo sostiene Michael Porter, "en un mundo en el que la productividad, la iniciativa y el aprendizaje son los determinantes de la prosperidad, los países en vías de desarrollo tienen una oportunidad para aumentar las riquezas". Sin embargo, como señala Peter Senge, el dilema de aprendizaje que afrontan las organizaciones es que "se aprende mejor de la experiencia directa, pero nunca experimentaremos directamente las consecuencias de muchas de nuestras decisiones".



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