Año CXXXV
 Nº 49.643
Rosario,
sábado  26 de
octubre de 2002
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Editorial
De la intención a los hechos

La sorpresiva derogación por parte del Senado nacional de los regímenes de jubilaciones de privilegio y pensiones vitalicias se relaciona de modo directo con uno de los principales reclamos que la población ha dirigido, desde las masivas manifestaciones del 20 de diciembre del año pasado, a sus representantes. Los irritantes privilegios de que disfruta el sector político siguen constituyendo el blanco preferido por el justificado enojo de la gran mayoría de los argentinos cada vez que se refieren a sus dirigentes. La decisión tomada el pasado miércoles por la Cámara alta intenta responder a esa legítima demanda popular, pero los puntos oscuros que contiene pueden invalidar parcialmente las buenas intenciones.
No es que desde esta columna se intente desvirtuar el debate de fondo que el asunto merece -y con suma urgencia-, sobre todo desde que la crisis se afirmó en el país como un dato ineludible de la realidad cotidiana. Sin embargo, en la resolución senatorial existen elementos que pueden significarle al Estado, en vez del ahorro que se pretende, la erogación de elevadas sumas como consecuencia de una oleada de juicios perdidos.
Allí radica el fundamento del adelanto realizado por el Poder Ejecutivo de que vetará la derogación de los regímenes previsionales de jueces, obispos y miembros del servicio diplomático. La extrema fragilidad jurídica de que padece la flamante ley podría generar, en vez de las soluciones buscadas, más problemas, y traducirse exactamente en lo contrario de aquello que se procura conseguir.
Esa es la razón por la cual este tema se vincula, de modo encubierto, con el frustrado juicio político a la Corte Suprema de Justicia. Cuando se interviene en asuntos tan delicados, y de tan obvia complejidad, las resoluciones que se adopten deben fundamentarse en una base sólida: corresponde separar adecuadamente la paja del trigo y no hacer pagar a justos por pecadores. De lo contrario, el apresuramiento y la liviandad podrían redundar en serios perjuicios para la Nación. Conviene recordar que el unánime reclamo de los argentinos se resolverá a través de actos originados en las buenas intenciones, pero plasmados con rigor, escrupulosidad y eficiencia.


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