Santa Fe. - La Corte Suprema habilitó ayer un operativo policial de distracción para permitir que los tres sacerdotes imputados de haber coaccionado a su par José Guntern. Los religiosos, que fueron careados por más de tres horas durante la tarde de ayer por el juez Julio César Costa, pudieron escapar de la guardia periodística por una puerta trasera, luego de ratificar cada uno sus anteriores declaraciones además de confirmar, unánimemente, que esa noche monseñor Storni estaba en el edificio del Arzobispado.
La guardia policial que se montó en el acceso de los Tribunales no permitió el ingreso de los hombres de prensa, asegurando que el único acceso era la puerta central por la que entraron y deberían haber salido los ex vicarios Hugo Capello y Mario Grassi y el canciller Carlos Scatizza del careo en relación al confuso hecho de la noche del 22 de agosto pasado, cuando Guntern fue trasladado a la sede arzobispal y luego de amenazas se le arrancó bajo coacción la firma de dos documentos en los que se retractaba de sus declaraciones.
Fue en esta causa en la que desfilaron ante el estrado de Costa los mencionados sacerdotes, quienes declararon en calidad de imputados por coacción intimidante, amenazas agravadas, falsificación de documento público y privación ilegítima de la libertad, y en virtud de las contradicciones que presentaron sus respectivas versiones debieron volver ayer a los tribunales para ser careados entre ellos.
A raíz del dispositivo de seguridad la prensa sólo pudo registrar el ingreso de los tres curas imputados por Costa y el único que accedió a enfrentar los micrófonos fue Mario Grassi, ex vicario para la Educación, quien opinó que "una cosa es la denuncia, y otra, que a esta altura está totalmente descartado, el tema del secuestro -cosa que el padre Guntern ha ratificado-. Mi declaración de que yo no lo amenacé, él ha dicho que es cierto. Fue una discusión por la que luego de que el padre Guntern se calmó accedió a firmar la declaración, y ante la prensa dijo (en las últimas horas) que no fue una retractación sino una aclaración. O sea que hay muchas cosas que se han ido aclarando. Yo le pedí perdón al padre de haberlo ofendido y la respuesta de él fue que conmigo no tiene nada que perdonarme".
Capello ingresó sin mirar siquiera a los hombres de prensa y mucho menos responder a sus solicitudes, manteniendo siempre su altanera actitud. En cambio, Scatizza prometió "hablar al salir", lo que justificó tres horas de espera y que el operativo de distracción ordenado por la Corte Suprema diera sus frutos.
Scatizza no se desdijo
Dos datos sobresalen del careo. El primero de ellos es que a la confirmación de que monseñor Storni estaba en el edificio cuando Guntern fue llevado y supuestamente coaccionado en la noche del 22 de agosto, a lo que se le sumó el dato de que los tres vicarios habían estado poco antes de la llegada del anciano sacerdote reunidos con el arzobispo. Scatizza, Grassi y Capello lo admitieron ayer ante Costa, pero se desconoce hasta el momento qué significación podría tener este dato en la evolución de la causa.
El restante es que quedó definitivamente develada la especulación respecto a si Scatizza mantendría sus dichos (como informó este diario que haría) o si se retractaría de los mismos. De su primera declaración ante el juez se especulaba que atribuyó a Capello y a Grassi el maltrato a Guntern. Ayer insistió en ello.
Finalmente, quedó confirmado que el juez Costa se apresta a convocar nuevamente al padre Guntern para que amplíe sus declaraciones a la luz de las deducciones judiciales que el careo de ayer le habría permitido sacar al magistrado.