Año CXXXV
 Nº 49.640
Rosario,
miércoles  23 de
octubre de 2002
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Perpetua por matar para robar una bicicleta
Cristian Maidana fue asesinado cerca de Garay y Larrea. La falta de los dientes superiores delató a su agresor

Al amigo de un chico que balearon para robarle la bicicleta no le costó encontrar al asesino cuando lo rastreó cerca del lugar del crimen, tres años atrás. Describió sus rasgos más llamativos -"Es un tipo de ojos claros y le faltan los dientes de arriba", dijo- y eso bastó para que los vecinos sindicaran al hombre que buscaba. "Es Marcos Bolacero. Vive en el Fonavi y roba bicicletas", le informaron. Se referían a Marcos Juan Lucero, de 26 años, quien ahora fue condenado a prisión perpetua y a pagar 82 mil pesos por daño material y moral a los familiares de la víctima.
El muchacho fallecido se llamaba Cristian Maidana, tenía 19 años y trabajaba en una empresa de limpieza. El 16 de agosto de 1999 estaba tomando cerveza con su amigo Fernando Zarantonelli en la esquina de Garay y Larrea cuando llegaron dos muchachos en una bicicleta y le ofrecieron vendérsela.
Maidana se interesó y los siguió en su bicicleta playera. Diez minutos después regresó a pie al lugar, tambaleándose y ensangrentado. Uno de los desconocidos había intentado quitarle el rodado y, ante su resistencia, lo baleó en el cuello frente a un lavadero de Pasaje Lejarza y Pasaje Morse.
Maidana no pudo articular palabra ante sus conocidos, porque lo habían herido cerca de la garganta y perdía sangre por la boca. Lo trasladaron al Hospital de Emergencias en un taxi y poco después falleció por hemorragia de tórax.
Mientras tanto su amigo salió a buscar a los sospechosos. Zarantonelli recordaba el aspecto físico de uno de ellos. Preguntó en el barrio y en un Fonavi de la zona le dijeron que se trataba de "Marcos", un joven al que llamaban Bolacero. Le dijeron dónde vivía y fue a buscarlo, pero la madre del muchacho negó que estuviera allí. Con esos datos la policía detuvo a Lucero.
Luego tres menores que habían presenciado el homicidio lo individualizaron como el autor del hecho. Todas las descripciones eran coincidentes: se trataba de un hombre de tez blanca, ojos claros y casi sin dientes en el maxilar superior; algo que confirmó el examen bucodental practicado al acusado.
Y cuando le pidieron que exhibiera su dentadura en la rueda de reconocimiento judicial, Lucero se negó. El juez Ernesto Genesio lo consideró una prueba más en su contra y lo condenó a prisión perpetua por homicidio calificado al entender que mató para garantizar el robo. También le impuso la obligación de resarcir económicamente a la madre de la víctima, Rita Ester Benítez, mediante el pago de 70 mil pesos por daño material y 12 mil por daño moral. Lucero se notificó ayer del fallo en el juzgado, secretaría de Ernesto Eiris, y apeló la condena.


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