Año CXXXV
 Nº 49.639
Rosario,
martes  22 de
octubre de 2002
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Editorial
Un drama crónico

El fuerte temporal que se desató el fin de semana y que castigó a vastas regiones del país, puso de relieve en Rosario dos aspectos de la realidad que no pueden soslayarse y obligan a reparar en ellos: por un lado, las consecuencias lamentables para centenares de familias que debieron ser evacuadas, fundamentalmente por la falta de obras de infraestructura en los canales Ibarlucea y Salvat; por el otro, el eficiente trabajo que vienen implementando la Secretaría de Promoción Social y Defensa Civil para rescatar y albergar a los afectados en las instalaciones del Batallón 121, dando respuestas a sus necesidades más elementales.
Sobre las obras no realizadas, una frase vertida ayer a La Capital por el presidente del Centro Comunitario Buenos Vecinos de Nuevo Alberdi puso de manifiesto el total estado de resignación frente a la falta de soluciones: "Las inundaciones son para nosotros como las fiestas de fin de año, sabemos que llegan sí o sí". Se trata de un problema crónico y estudiado, hay que canalizar 17 kilómetros del arroyo Ibarlucea y 16 kilómetros del arroyo Salvat; la obra, tasada en cuatro millones de dólares en diciembre del año pasado, se inició y quedó paralizada. El proyecto está considerado prioritario en el plan nacional de defensa hídrica pero aún no fue licitado. Ayer el gobernador se comprometió a planteárselo hoy al presidente de la Nación, cuando se reúnan en Capital Federal, habida cuenta de que la provincia tiene todos los recursos destinados al problema de la laguna La Picasa, según dijo. Y en este sentido, sólo resta esperar que lo haga con toda convicción y logre una respuesta favorable a la demanda.
En cuanto a la tarea de rescate, hay que señalar que tanto Defensa Civil como Promoción Social no hacen más que cumplir con la obligación que les compete; sin embargo, vale destacar que realizan la tarea con la mejor predisposición y atentos a los detalles. Prueba de ello son los relatos de niños y adultos, que cambian el rostro de amargura por el de una sonrisa, tras ser recibidos con ropa seca, frazadas, zapatillas y alimentos en el Batallón 121. O bien el trabajo de los paramédicos, controlando el estado de salud de todos los afectados, en especial a las mujeres embarazadas. Al menos en este caso, una carencia del Estado puede ser paliada transitoriamente con una correcta política de contención. Las soluciones definitivas, se sabe, corresponden a una Argentina que aún está en ciernes.


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