El gobierno negocia duramente con los organismos financieros internacionales. En este camino, por un lado hay una necesidad del Fondo Monetario Internacional (FMI) de llegar a un acuerdo con Argentina, ya que si el país entra en cesación de pagos, tanto el BID como el Banco Mundial perderían la categoría de triple A (máxima calificación que obtienen por su solvencia y solidez) y comprometería la posibilidad de otorgar créditos blandos para países emergentes.
Pero la Argentina necesita un acuerdo internacional urgente, ya que es imperioso renovar los vencimientos de lo que resta del año 2002 y todo el año 2003, para dejar de perder reservas y contener la devaluación del peso.
El gobierno juega sus fichas a que el FMI conceda las prerrogativas que ellos solicitan, a saber: El gobierno pretende no aumentar impuestos, y es una decisión lógica, pero por otro lado, no sólo no quiere bajar el gasto sino que también desea aumentarlo llevando subsidios para jefes de hogar de 150 a 250 Lecop mensuales. Solicita un superávit fiscal menor al que le exige el FMI para el año 2003. La meta de los organismos financieros internacionales es un superávit de $5.000 millones y el gobierno solicita menos de $4.000 millones .
Aceptaría algunos cambios en materia de política monetaria, pero desea seguir con el control de cambio, algo que es retrógrado para el país. El Banco Central (BCRA) es una entidad ausente, esto lo define el propio ministro de Economía violando la independencia de la institución monetaria. El Poder Ejecutivo no se quiere apartar del control de cambio ante el temor de una corrida y una hiperinflación.
Pero se opone a privatizar la banca pública y da excusas tontas al decir que no puede presionar al Banco Provincia de Buenos Aires que está fuera de la órbita federal. Por otro lado, presenta un proyecto en el Congreso en donde vende el 10% de la banca oficial, realmente un disparate, nadie compra la minoría y deja al fracaso conducir.
Negociación
El presidente se opone a un aumento importante de tarifas, ya que sólo pretende que se incrementen el 10%, cuando los organismos financieros internacionales parten de un piso del 20% al 30%, que es menos de la mitad de lo que piden las empresas de servicios. Estos puntos serían insalvables para el FMI, por lo tanto, el acuerdo podría demorarse más de lo previsto.
En verdad la Argentina está jugando un partido de pocker con dos grandes mentirosos, el FMI está necesitando el acuerdo y no puede dejar caer al país en la cesación de pagos. Por otro lado, Argentina también necesita renovar vencimientos y fondos frescos para llegar a las elecciones de marzo.
Las cartas están echadas, a ninguno de los dos les conviene un acuerdo que no traiga resultados concretos, para el FMI los puntos que pone en discusión el gobierno son insalvables, el gobierno nacional no desea firmar un acuerdo que no puede cumplir. Mientras tanto, el dólar se podría ubicar un escalón más arriba la semana próxima.