Año CXXXV
 Nº 49.637
Rosario,
domingo  20 de
octubre de 2002
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Cacerolas, política y devaluación
Botana puso la lupa sobre la cruda realidad argentina
El historiador afirmó que el sistema económico "pulverizó" a los pobres

Carlos Roberto Morán / La Capital

Resulta un tanto extraño escuchar a un historiador y cientista político riguroso como Natalio Botana formular reiterados análisis económicos y, como salida a la formidable crisis que atraviesa el país, proponer que nos volvamos una sociedad de "ciudadanos fiscales" que paguen sus impuestos. A su propuesta para superar la grave coyuntura -la que, aclaró, sólo se la podrá salvar de una manera "lenta y dificultosa"- la denomina "ética de la reconstrucción".
Sostiene que "el deber del historiador es hacer que la memoria no perezca" y que "la democracia de hoy en la Argentina requiere una ética de estoicos, que avizore el porvenir y se articule con un sentido de la esperanza".
-¿Es posible comparar este momento del país con la situación que vivía Argentina en 1830?
-Es una analogía histórica muy atractiva pero no veo que tenga mucha sustentación, porque la base del poder del caudillo provincial, si es que hoy existe, proviene de una estructura opuesta a la del período del Pacto Federal, donde había, en mi opinión, un sistema casi feudal pero con raíces fiscales propias en cada provincia, que consistía en las aduanas interiores. El fenómeno que se produce ahora es paradójico, porque en general las provincias tienen entre el 30 y el 35% de sus recursos y el resto le viene por el sistema de la coparticipación federal. Entonces los caudillos provinciales crecen y se desarrollan a costa del propio Estado nacional. El gobernador gasta pero no recauda.
-¿Qué cree que está ocurriendo con el PJ y la UCR?
-Lo enlazo con la pregunta anterior, porque lo que sí es cierto es que esta ruptura de los partidos políticos lleva a que el radicalismo y el peronismo se transformen en partidos de bases provinciales más que nacionales, y entonces se da una especie de partición muy complicada.
-¿A qué se debe entonces esta suerte de atomización que viven ambos partidos?
-Obedece al hecho de que la legislación institucional en tiempos de Duhalde ha sido "desastrosa" (eso póngalo con estas palabras) y ahora se ha roto de tal manera el mecanismo de las elecciones nacionales que en cada elección provincial se votan legisladores nacionales, cosa que va absolutamente en contra de los usos y costumbres establecidos por nuestra Constitución. Una cosa es votar legisladores nacionales en un solo día para todo el país y otra votar autoridades provinciales y municipales. Esto es lo que está favoreciendo una descentralización cada vez más grande del poder que, en mi opinión, conspira seriamente contra la gobernabilidad.
-¿Por qué habla del desastre institucional cuando se refiere a Duhalde?
-Mire lo que tenemos y se hará una idea del tembladeral en el cual estamos. No sabemos si va a haber elecciones internas, no sabemos si va a haber elecciones generales en marzo, y si hay, esos comicios tienen serios vicios de inconstitucionalidad. Nuestro sistema constitucional es muy claro, y con estas medidas no se termina con los períodos, y la ley de acefalía está para cubrir el faltante de los períodos. Esa fue la gran ley de acefalía que tuvo la Argentina a partir del primer gobierno de todo el país unido que fue la presidencia de Mitre y que se mantuvo incólume hasta la presidencia de María Estela Martínez de Perón.
-Pero si Duhalde se va en mayo como prometió, no se completa el mandato...
-Precisamente, estas elecciones de marzo significan que se da por terminado el período de cuatro años que la Constitución establece con absoluta y prístina claridad. Entonces estos son desaguisados institucionales que educan mal a la población y generan un descalabro en la ingeniería constitucional que es muy delicada.
-¿Cómo se sale de la actual encrucijada?
-Esta salida va a ser muy complicada, porque lo que se está viviendo en el país es un fenómeno muy difícil de procesar, como es la transformación de los partidos políticos. Porque usted no transforma un partido político en el gabinete de un politicólogo, estas cosas cambian como dijo Max Weber: horadando una tabla muy dura.
-¿Qué opina sobre el "que se vayan todos"?
-Es una reacción espontánea de la sociedad que después ha sido articulada inmediatamente con otros propósitos.
-¿Las asambleas son una respuesta a la elocuente falta de liderazgos?
-No es tan elocuente por culpa de los políticos sino por culpa de la sociedad argentina, a la que le cuesta mucho representarse a sí misma. La representación política no se articula con cacerolazos; deben crearse nuevas mediaciones representativas.
-Entonces, ¿cuál es para usted la salida posible?
-Aunque no se pueda hacer de un día para el otro, si no nos convertimos en ciudadanos fiscales, si la Argentina no estructura nuevamente un pacto fiscal y si éste no descansa sobre una economía en crecimiento nuestros problemas, que ya son gravísimos, se van a agravar todavía más.
-¿Ciudadanía fiscal quiere decir rigurosidad al momento de pagar impuestos?
-Así es. El trípode para salir es generación de riquezas, más instituciones, más ciudadanía fiscal.
-En la década del 90 hubo alto crecimiento pero pésima distribución de la riqueza.
-Totalmente de acuerdo, pero la mala distribución obedeció a que durante la década del 90 no hubo ciudadanía fiscal, amén de la corrupción existente.
-¿Cómo se puede realizar la reincorporación de la gran masa de pobres?
-Lo único que puedo decir es que esta reincorporación va a ser muy dificultosa, porque puede haber reacciones por el lado de una agilización de la obra pública, pero es extraordinariamente complejo el problema, porque esto ha sido llovido sobre mojado. La devaluación que se produjo es la pulverización más grande de los pobres.
-¿Cómo cree que sería ese proceso de recuperación?
-Puede acelerarse, pero lo que a mí me interesa no es tanto que la cosa sea lenta: lo importante es tener claros los objetivos y los propósitos. Eso me parece que está faltando, aun cuando se están insinuando en el debate de los candidatos ciertas líneas de racionalidad, pero cuesta mucho trabajo.



"La legislación duhaldista fue desastrosa", afirmó. (Foto: Roberto Paroni)
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