Año CXXXV
 Nº 49.637
Rosario,
domingo  20 de
octubre de 2002
Min 12º
Máx 17º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






Venecia: Belleza eterna
Manual de supervivencia para recorrer los canales

Patricio Pron

Jorge Luis Borges, quien repudiaba los laberintos, se sentiría sin dudas incómodo en Venecia, ya que la ciudad italiana es una suma de canales, calles tortuosas que no llevan a ninguna parte y puentes que nunca conducen donde el visitante desea ir. Puesto que esa es la naturaleza de Venecia, quien desee conocerla deberá aceptar el extravío como el método más conveniente de exploración. Algunos consejos y un itinerario pueden ofrecerse, sin embargo, como auxilio para el visitante.
Vale la pena comenzar el recorrido por el Canal Grande. Al salir de la estación de trenes Stazione FF.SS. Santa Lucía, se debe tomar el barco designado con la letra A, comprando previamente en la oficina turística de la estación un mapa y un boleto por algo más de tres euros.
El barco realiza un recorrido por el Canal Grande, deteniéndose en unas quince estaciones en las que el visitante puede desembarcar para explorar los alrededores y luego volver a subir al barco sin necesidad de pagar otro boleto.
Entre las estaciones, dos se destacan por su importancia: la del puente de Rialto y la de la Accademia. El primero permite acceder a ambas márgenes del Canal Grande. En la izquierda se encuentran la importante iglesia de San Giacomo di Rialto, la de San Polo -la plaza a su alrededor es digna de una visita- y, más hacia el centro de la isla, la espectacular iglesia del Frari, todas merecedoras de atención, especialmente para los amantes de la pintura religiosa.
La margen izquierda aloja también en la orilla del canal importantes palacios como los de Battaglia, Ca'Pesaro, Corner, Camerlenghi, Papadoroli, Benardo, Pisami, Balei Ca'Foscari, Ca'Rezzonico y Loredani. Aunque muchos alojan muestras de arte y, naturalmente, de historia, el visitante apurado -esa mezcla de niño explorador y personaje de Julio Verne- se contentará con las vistas que pueden obtenerse desde el barco y desistirá de pagar las sumas exorbitantes que se piden en concepto de entrada para ingresar a cada uno.
La margen derecha del canal a la altura del puente de Rialto, por su parte, permite acceder a una cantidad de iglesias, teatros, plazas y palacios cuya enumeración resultaría tan agotadora como irrelevante. La "densidad" del área en lo que hace a edificios históricos sólo puede compararse con la de ciertos sectores de Roma.
Ni siquiera Florencia, a la que generalmente se considera un museo al aire libre, puede jactarse de tal concentración de edificios de relevancia, por lo que lo mejor es esbozar de antemano un itinerario en el mapa que cubra los principales edificios históricos y tratar de llevarlo a cabo. Los teatros Goldoni y La Fenice, la Fondaco dei Tedeschi, los palacios Grimani, Fortuny, Mocenigo y Grassi, así como las iglesias de San Angelo y San Salvador no pueden quedar fuera de la visita.
La segunda estación de importancia en lo que hace al Canal Grande es el puente de la Accademia. Descender del barco en su margen derecha puede permitir visitar la galería Accademica, con su importante colección de pintura, la iglesia Gesuati o de los Jesuitas, la de San Agnese, la abadía e iglesia de San Gregorio, los palacios Venier dei Leoni y Dario y, sobre todo, la iglesia della Salute, cuyo perfil neoclásico domina en el extremo oriental de la isla, conocido como Punta della Dogana, la desembocadura del canal Grande en el canal de San Marco.
Los palacios Cavalli, Pisani y Contarini Fasan se encuentran del otro lado del puente, desde el cual puede llegarse a través de la calle 22 a la plaza San Marco, la joya de la corona veneciana y destino obligado de todo visitante.
Luego de pasar frente a la plaza San Marco -un espectáculo digno de verse desde el agua- el barco se interna en el canal de San Marco. En la margen derecha puede apreciarse la isla de San Giorgio Maggiore en la que destacan el perfil de la iglesia de San Giorgio y las extensiones arboladas del Teatro Verde.

Isla de Santa Elena
El canal de la Grazia separa la isla de La Giudecca, más extensa y digna de consideración por alojar la iglesia del Redentore y por poseer unos barrios que permiten al visitante hacerse una idea de la vida cotidiana en Venecia. Ambas islas no son accesibles con el barco A, que al ingresar en el canal de San Marco realiza aún cuatro paradas antes de concluir en el extremo oriental de la isla principal, en la isla de Santa Elena.
Desde allí se puede iniciar un recorrido a pie de unas ocho horas que permite ver todo Venecia. Elaborado con el sudor de quien esto firma y la inestimable colaboración de una conocida marca de zapatos, el recorrido comenzaría en la calle Vittorio Veneto, desde donde se puede acceder al puente sobre el río de Sant'Elena a través del cual se llega a los jardines Pubblici, sede de la famosa muestra de cine de la ciudad y de multitudinarias ferias de arquitectura.
Pese al atractivo arquitectónico de muchas de ellas, la razón por la que en el rápido recorrido aparecen tantas iglesias es simple: Venecia está llena de ellas, construidas en diferentes períodos históricos y arruinadas por igual con odiosas fachadas barrocas durante los siglos XVIII y XIX.
Sin embargo Venecia es bella. Mucho se ha escrito sobre la supuesta atmósfera romántica de la ciudad; tales comentarios pierden adherentes entre quienes la visitan, particularmente entre aquellos que consideran que miles de japoneses entorpeciéndolo todo y millones de palomas de una indolencia preocupante no son románticos. Desde un punto de vista objetivo, Venecia es un fastidio: demasiados canales, demasiadas callejuelas que no conducen a ninguna parte y demasiados turistas. Sin embargo, basta ver el atardecer sobre sus bellos canales para quedar prendado de la ciudad.
En Venecia hay dos calles, la de la Vida y la de la Muerte, y esas no se juntan, como prueba de que todo lo que vive en Venecia lo hace para siempre.


Notas relacionadas
Datos útiles
Diario La Capital todos los derechos reservados