| | Punto de vista: Cuando la vida pasa por la TV
| Marcelo Menichetti / Escenario
En la Argentina del siglo XXI cada vez se escucha con mayor frecuencia el latiguillo: "Adónde iremos a parar". Sin embargo, quizá nos encontremos en un camino que no tiene final a la vista y todo el ambiente onírico por el que transitamos a diario sea una pesadilla de verdad, como las que magistralmente relató Julio Cortázar. Sentarse frente al televisor es una actividad poco menos que temeraria. Si sobrevivimos al bombardeo de chismes, agresiones y muestras del peor gusto, corremos el riesgo extra de comenzar a sospechar de enormes conspiraciones y a creer que la vida está en esa pequeña caja. Hoy la TV argentina ofrece la oportunidad de vivir a través de su pantalla. Por ejemplo, podemos conseguir ese esquivo candidato para que nos gobierne bien de una vez por todas ("El candidato de la gente") como también conseguir el ansiado trabajo que nos salve la vida ("Recursos humanos"). Si tenemos problemas existenciales podemos contar nuestras miserias en un estudio ("Entre Moria y yo", "Edición Chiche" y mil etcéteras). Si lo que nos seduce es hacer carrera en el fútbol, ahí tenemos "Camino a la gloria", o "Pop stars" si preferimos la fama que da la música. Si, en cambio, queremos probar nuestra fidelidad o la de nuestra pareja, podemos arriesgarnos en "Confianza ciega" y confirmar si somos proclives, o no, a la cornamenta. Para los románticos teleadictos que no encuentran seductora la intimidad para declararse su amor está "La gran propuesta" y para quienes deseen ventilar sus diferendos fuera de los tribunales ordinarios está "La corte" en la que, si el veredicto del juez no es justo, al menos es expedito y divertido. El escritor Eduardo Galeano dijo que las utopías son como el horizonte: se alejan de nosotros a medida que damos pasos para alcanzarlo. Así como Truman, el protagonista de "El show de Truman", transcurrió sin saberlo su vida en un gigantesco set de televisión y descubrió la amarga realidad cuando alcanzó el horizonte, que no era más que papel pintado. A los argentinos puede sucedernos algo similar. ¿O ya nos está sucediendo?
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