Richard Sonnenfeldt era un joven judío nacido en Alemania y un soldado raso en el ejército estadounidense cuando le dieron el trabajo de servir de intérprete durante el interrogatorio del criminal de guerra nazi Hermann Goering.
"Después de que Goering interrumpió mi primera frase, miré al coronel encargado de la disciplina en la corte y le pedí permiso para corregir el comportamiento del inculpado", dijo Sonnenfeldt, quien había sido nombrado jefe de intérpretes de los fiscales de Estados Unidos en el juicio que se le seguía a Goering en el Tribunal de Crímenes de Guerra de Nuremberg.
"Así que le dije: escuche, señor Gering, no vuelva usted a interrumpirme en ningún momento", dijo Sonnenfeldt, pronunciando mal, deliberadamente, el apellido de Goering para cambiarlo por la palabra Gering, que quiere decir insignificante en alemán.
"Si tiene usted algún problema con mi traducción, señor Insignificante, compórtese y espere a que yo termine. Entonces, si tiene usted objeciones a mi traducción, me lo hará saber y yo decidiré si hay necesidad de corregir. Soy el jefe de intérpretes de los fiscales de Estados Unidos en este juicio y no me gusta que me interrumpan".
Goering, quien antes de su arresto en 1945 bajo cargos de crímenes de guerra era el sucesor designado de Hitler, miró en silencio durante unos segundo al diminuto traductor, de 22 años. Después de eso, no aceptó jamás a otro traductor".
Sonnenfeldt, quien nació en Berlín pero huyó de la Alemania nazi en 1938 a los 15 años, recordó la relación tan peculiar que se desarrolló entre él y Goering durante las decenas de interrogatorios en Nuremberg.
Tras haberse retirado después de una exitosa carrera en Estados Unidos como inventor y como ejecutivo de la industria de la televisión, ahora vive en Nueva York y está escribiendo un libro sobre sus encuentros con Goering y otros oficiales nazis de alto rango.
"Uno de los peores"
"Goering ha sido uno de los peores criminales de guerra en la historia, y abusó de su poder en nombre del nacionalismo, pero al mismo tiempo era muy difícil odiarlo", dijo Sonnenfeldt, de 79 años, en una visita reciente a Alemania.
"Sostuve una relación muy especial con él", dijo Sonnenfeldt, quien dirigía un equipo de 50 traductores. "Tenía cierto encanto. Era totalmente inmoral, hacía cualquier cosa por el poder, pero también era un patriota alemán. Y además tenía muy buen sentido del humor".
Sonnenfeldt tradujo también las declaraciones de otros criminales de guerra nazis. Describió a Joachim von Ribbentrop, ministro de Relaciones Exteriores de Hitler, como "un aburrido charlatán, demasiado bocón"; al editor nazi Julius Streicher, como "un personaje desagradable", y al importante banquero nazi Hjalmar Schacht, como "un esnob".
"Pude ver a Hitler a través de los ojos de los que formaban su círculo de allegados", dijo Sonnenfeldt. "Todos eran hombres serviles y rastreros".
Sonnenfeldt dijo que pasó más de 100 horas con Goering, quien fue convicto por crímenes de guerra en 1946 y sentenciado a la pena de muerte, pero se suicidó con una cápsula de cianuro para evitar ser ejecutado. Goering le aseguró a Sonnenfeldt que él no tenía conocimiento de los detalles del holocausto. (Reuters)