De 1887: la urbanización entre los bulevares El Concejo Municipal autorizó a la intendencia para proceder inmediatamente a la apertura, delineación y amojonamiento de los bulevares Rosarino (27 de Febrero) y Timbúes (avenida Francia), y de las calles La Plata, Pichincha, Suipacha, Rondeau, Ocampo, Viamonte y La Paz. Los vecinos debieron ceder gratuitamente las fracciones de terreno correspondientes. Asimismo se encomendó al Departamento Ejecutivo la apertura, delineación y abovedamiento de las calles comprendidas entre la parte edificada de la ciudad, el bulevar Timbúes y la calle Mendoza hasta Güemes, inclusive. De esa manera la urbanización de la ciudad sobrepasó los bulevares Santafesino (Oroño) y Argentino (Pellegrini).
De 1877: convocan a mil colonos El propietario de Colonia Candelaria (Casilda), Carlos Casado, entregó una nota al presidente de la comisión de Inmigrantes de Rosario pidiendo mil hombres para las próximas cosechas. Ofrecía pagar un buen sueldo y comida. El empresario había sembrado ocho mil cuadras de trigo.
De 1900: Primer Censo Municipal Se realizó el Primer Censo Municipal de Rosario, que reveló la pujanza adquirida por la ciudad. Su población llegaba a los 112.461 habitantes, 20 mil más que cinco años antes. De cada cien habitantes, 58,6% eran nativos y 41,6% extranjeros.
De 1932: cafés Berkel Abrió en Rosario Berkel Cafés, de los establecimientos industriales Juan Ruiz. La fábrica para máquinas de cafetería y el tostadero funcionaron en las instalaciones de Colón 2864 y 2858. En 1972, inauguró un moderno salón de ventas en calle 3 de Febrero 1201.
De 1942: huelga de ladrilleros En el salón Peraso, de barrio Godoy, se realizó la asamblea general de obreros ladrilleros de Rosario y localidades vecinas, convocada por el Sindicato Obrero de la Construcción. Se decidió iniciar una huelga para solicitar a los industriales del sector un aumento salarial del 10%.
De 1952: debut teatral de Tea En el escenario del teatro El Círculo debutó el núcleo teatral Tea, con la obra "Todos eran mis hijos", de Arthur Miller y la dirección escénica de Cristina Dariel.
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