Dos pedagogos que fueron consultados por La Capital advirtieron sobre las contradicciones que se plantean en las escuelas públicas donde los alumnos van a almorzar además de realizar su tarea estrictamente educativa.
* Roberto Follari, docente de la Universidad Nacional de Cuyo: "La escuela está siendo usada como un lugar para la asistencia social, no podemos desconocer esta necesidad, pero hay que advertir que esto priva a la escuela de su función específica, cosa que ninguna otra institución social puede reemplazar".
En la opinión de Follari, la asistencia alimentaria tiene que necesariamente existir por la gravedad de la crisis, pero de ella deben hacerse cargo los asistentes sociales u otro personal, "no los docentes porque nadie los puede reemplazar en su función".
* Liliana Sanjurjo, supervisora de nivel superior del Ministerio de Educación provincial y profesora de la Universidad Nacional de Rosario: "No desconozco las necesidades de la población ni la función social de las escuelas en momentos de crisis. De todos modos, este es un problema doblemente grave. Porque la institución pierde su especificidad ante la imagen de la población y también se pierde la propia imagen del docente. En rigor, los maestros se ven obligados a asumir tantas tareas que terminan dejando de hacer bien la suya".
Para la profesional, la sociedad le sigue reclamando a los docentes cada vez más actividades y esto termina en que pierdan su lugar relacionado directamente con la cultura y su trabajo vinculado con el conocimiento.
Es más, la situación concluye por afectar a los chicos, sus padres y los propios docentes cuya función se diluye como tarea intelectual.
Además, Sanjurjo apuntó que "en las escuelas urbano-marginales están cada vez más desbordadas por efecto de la crisis social. No sé si se trata de una buena medida brindar alimentos en los establecimiento. Habría que buscar otros lugares comunitarios".
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La Ciudad
