Año CXXXV
 Nº 49.634
Rosario,
jueves  17 de
octubre de 2002
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Ratifican la condena del homicida de un nene pero le reducen la pena
Un juez lo había condenado a 18 años de prisión y un tribunal superior aceptó que es el autor pero le dio 12

La Cámara Penal confirmó la condena contra un hombre que mató al pequeño hijo de su concubina con un puñetazo en la panza, pero en lugar de los 18 años de prisión que le dio un juez de primera instancia este tribunal lo sentenció a 12. La víctima del hecho tenía 17 meses y su madre, que al principio estuvo detenida y acusada por el crimen de su propio hijo, fue asesinada en marzo de este año por otro hombre con el que entonces convivía.
El condenado es Daniel Alfredo Sosa, de 27 años. Según el fallo, es quien mató a Brian Ezequiel Orellano en abril de 2000. Su madre, Lorena Orellano, estuvo 11 meses detenida y bajo sospecha hasta que se estableció que era inocente.
En el momento del crimen sólo dos personas estaban con el chico: su hermanita Evelyn, que estaba a punto de cumplir 3 años, y el compañero de su mamá. Orellano, en tanto, había salido para hacer unos mandados.
Cuando volvió a su casa, en Milán casi Oroño, la madre encontró a Brian vomitando. Ella misma lo llevó al Hospital de Niños, donde murió cuatro horas más tarde. Los médicos le dijeron que tenía un fuerte traumatismo en el abdomen.
Alguien lo había golpeado y Sosa se convirtió rápidamente en el principal sospechoso. Su situación empeoró cuando él mismo instaló otra hipótesis: dijo que había caído de la cama o que "tal vez" la hermanita lo había golpeado con un juguete.
Nadie le creyó y menos cuando los médicos forenses confirmaron el traumatismo abdominal como causa de la muerte. Por entonces los investigadores todavía creían que la salida para hacer mandados era sólo una coartada de Orellano y por eso detuvieron a ambos. Mucho después se comprobaría que la mamá, de 25 años, no tuvo nada que ver con el episodio.
Sosa intentó involucrarla y sólo consiguió contradecirse una y otra vez. Además los médicos dijeron que las marcas en la panza del nene eran compatibles con la de un puño. Y su suerte quedó echada.
En mayo de este año el juez Antonio Ramos lo condenó a 18 años de prisión pero las partes apelaron: la fiscalía porque entendió que fue un crimen alevoso y merece una pena más severa, y la defensa porque consideró que no hay pruebas para culparlo.
Ni tanto ni tan poco: ahora los camaristas Rubén Jukic, Guillermo Fierro y Antonio Paolicelli dijeron que no hay dudas de que se trata del homicida pero al mismo tiempo juzgaron que no hubo alevosía y redujeron la pena a 12 años.
Orellano murió sin conocer este veredicto: alguien la mató de un tiro en la nuca en su casa del partido de 3 de Febrero, en la provincia de Buenos Aires. Cuando esto ocurrió estaba embarazada de 7 meses y su hijo, el cuarto, nació vivo mientras ella agonizaba. El principal y único sospechoso es un sujeto con el que convivió desde su adolescencia y del que lo había separado una condena a prisión que el hombre cumplió en San Nicolás.
Fue en esa época cuando se unió a Sosa, un episodio sentimental que su compañero de toda la vida nunca aceptó y que probablemente le costó la vida.


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