El temporal del martes estaba en uno de sus puntos más álgidos y la noche parecía haber caído más temprano que de costumbre en medio del diluvio. Sin embargo, los dos delincuentes que irrumpieron en el comercio de repuestos para automóviles de Avellaneda y Presidente Perón, en pleno barrio de Bella Vista, estaban completamente secos, no tenían ni una gota de agua encima. Un par de minutos les bastó para apoderarse de unos tres mil pesos, relojes, anillos y billeteras de las tres víctimas. Tan rápido actuaron que lograron burlar a la policía, que llegó al lugar del asalto prácticamente pisándoles los talones pero que no los pudo capturar. Sucedió minutos antes de las 19 de anteayer. El local asaltado se encuentra en una tradicional esquina de Bella Vista, donde confluyen la avenida Perón, bulevar Avellaneda y Viamonte. En el momento en que se produjo el asalto se encontraban en el negocio Rubén Badalá y Raúl Rodríguez, socios y dueños del local, y Gastón Fuentes, un viajante oriundo de la provincia de Buenos Aires. A esa hora Rosario estaba sumida en un caos de lluvia y viento, que evidentemente no amedrentó a los maleantes. "Afuera estaba completamente oscuro", comentó ayer Rodríguez al relatar el mal momento que vivió. Los asaltantes aparecieron a pie y llegaron desde Avellaneda. Al parecer arribaron con un vehículo que los habría esperado estacionado sobre el bulevar, ya que ninguno de los dos estaba mojado. Apenas estuvieron dentro del local, empuñaron dos revólveres calibre 22. "Esto es un asalto, todos al piso", gritaron los asaltantes. De inmediato, le aplicaron el primer culatazo a Rubén Badalá, mientras Rodríguez y Fuentes eran "reducidos" en el suelo. Entonces fueron hacia la caja registradora y la vaciaron. Luego registraron a las víctimas y se apoderaron de relojes, pulseras, anillos y billeteras. Además, Fuentes fue despojado de un portafolio con más de 1.500 pesos. "Todo sucedió tan rápido que me quedé helado, no reaccioné para nada. Después, cuando se fueron pensé en mis hijos", sostuvo Rodríguez, quien atravesó hace poco tiempo una difícil intervención quirúrgica que lo puso "al borde de la muerte". Esa circunstancias despertó el único gesto de misericordia de los delincuentes. Ocurrió cuando el dúo ya tenía controlada la situación dentro del local, pero quería más dinero. Entonces uno de los delincuentes, el que parecía más joven, hizo un ademán como para aplicarle un puntapié. "Pará flaco, que estoy enfermo", suplicó Rodríguez y el delincuente desistió. "No sé que hubiese pasado si me pegaba en el estómago", remarcó el comerciante. Tras ese episodio, los asaltantes volvieron a salir a la calle, donde aparentemente los esperaban en un coche. El Comando Radioeléctrico llegó segundos después, pero los hampones ya habían desaparecido en medio de la lluvia.
| "Todo sucedió tan rápido que no reaccioné", dijo Raúl. (Foto: Angel Amaya) | | Ampliar Foto | | |
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