| | Faenaron un caballo en plena calle en Santa Fe
| Jorge Sansó de la Madrid / La Capital
Santa Fe. - La pobreza mostró ayer su peor rostro cuando desesperados por el hambre un grupo de vecinos faenó un caballo en medio de la calle. El impresionante episodio, sin antecedentes en esta capital se produjo al mediodía en un barrio de la zona norte, en un lugar donde los cirujas venden lo que logran juntar, a pocas cuadras de la cárcel de Las Flores. En esa chacarita -como llaman a esos sitios- un habitual cliente de los muchos cirujas que a diario culminan su jornada allí con sus carros colmados de desperdicios, dejó abandonado un equino en condiciones físicas deplorables. El animal fue atado a un árbol y pasó varias horas mostrando signos de una gran debilidad. La lamentable situación fue advertida por varias personas que se que esperaron que el pobre animal tuviera el final previsible. Según varios vecinos, cuando el desenlace se produjo "de pronto y desde todos lados llegaron muchas personas que cuchillas y hachas en mano procedieron a descuartizarlo y repartirse los cortes, para luego desaparecer rápidamente". "El primero que vino fue un muchacho, que lo empezó a cortar", relató el vecino que llamó a la policía ante la espeluznante acción. Al aparecer un patrullero el joven huyó llevándose su botín de carne. Pero apenas se retiró el móvil policial, llegó un carro con más jóvenes. "Fue como una señal, enseguida llegaron muchos hombres que traían hasta hachas, eran por lo menos diez. Había una mujer y varios niños que también se fueron con su pedazo de carne", relató. "Era gente pobre -apuntó-, de esa que anda en carros y que no le importa que alguien los mire o les diga algo. Está claro que en medio de la hambruna un pedazo de carne de un animal que no se sabe de qué murió, es un botín que la urgencia no permite reparar en detalles". "Esta gente tiene hambre y ya nada les importa", relató a La Capital una conmovida vecina, mientras intentaba averiguar a quien pedir que retiraran los restos del animal, que ya comenzaban a ser un festín para miles de moscas. A medida que el caballo era faenado, la calle se fue convirtiendo en un lamentable espectáculo y remitía a las imágenes de "El matadero", de Echeverría, con la sangre convirtiendo la tierra del piso en un barro repugnante, con las tripas desparramadas y la gente y resbalando para alcanzar algún pedazo más tentador o suculento. Otro testimonio puso el acento en la presencia de niños compartiendo con los mayores la carneada. "Se subían sobre el animal y lo cortaban. Me llamó la atención que el último fue un pibe, de apenas seis o siete años, que le hizo un tajo profundo con una enorme cuchilla que sus manos apenas podían manejar y luego metiendo completamente uno de sus brazos arrancó el hígado entero. Lo sacó y lo levantó sobre su cabeza, mostrándolo como si fuera un trofeo. Difícilmente me olvide de su sonrisa de triunfo. Me conmueve pensar que ese chico se había asegurado cenar un hígado de caballo".
| |
|
|
|
|
|
Diario La Capital todos los derechos reservados
|
|
|