Racing le dio ayer una manito a Central al golear a Nueva Chicago 3 a 0 y el entrenador Osvaldo Ardiles se tomó un descanso del fantasma de Reinaldo Merlo. La disconformidad esta vez quedó para la parcialidad de Chicago y los destinatarios fueron los jugadores.
El primer tiempo fue interesante fundamentalmente porque las dos defensas cometieron muchos errores. La diferencia estuvo en la mayor jerarquía y contundencia de los delanteros de Racing y por eso el parcial terminó 2-0.
Racing tuvo la fortuna de ponerse en ventaja muy rápido. Hubo una gran habilitación de Sixto Peralta para Milito y el pique corto e imparable del delantero concluyó con una estocada precisa ante la salida del arquero paraguayo César Velázquez.
Chicago hasta el primer cuarto de hora había dispuesto de mayores oportunidades para convertir, todo consecuencia de las desatenciones de la defensa local.
El equipo de Néstor Gorosito tuvo tres chances importantes, pero dos las desperdició Ezequiel Amaya y la otra, Julio Serrano.
En desventaja Chicago perdió orden colectivo y sus fallas en el fondo se volvieron alarmantes. El conjunto de Mataderos se pareció mucho a Racing en ese aspecto.
Racing atacó con mayor confianza y capitalizó esos huecos que dejaron atrás sus adversarios, cada vez más desprotegidos.
La media hora final fue ampliamente favorable al anfitrión, salvo algún avance esporádico de Chicago. Racing pudo haber terminado con una diferencia más llamativa, porque, a modo de ejemplo, Milito recibió un rebote del arquero y tiró por encima del travesaño.
El gol de Pavlovich fue una belleza porque el delantero recibió de espaldas al arco, durmió la pelota en el muslo y de media vuelta la puso arriba y a la derecha de Velázquez.
Racing descansó con el 2-0 y consiguió el tercero en un contraataque veloz, al que Mumo Peralta le puso la pausa justa y Milito, la definición exacta. (DyN)
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La Ciudad
