Marcela Isaías / La Capital
Montevideo (enviada especial).- Infancia y pobreza. En estos dos términos los participantes del "Encuentro regional de educadores por la paz", realizado en Montevideo entre el 2 y el 5 de este mes, definieron las prioridades que los países de la región deben enfrentar respecto de esta temática. Los participantes, representantes de distintos organismos oficiales y no gubernamentales, no sólo recordaron los niveles de marginación que atraviesan países como la Argentina -donde la mitad de la población vive por debajo de la línea de pobreza- y Uruguay, sino también que derechos como la salud y la educación son cada vez más patrimonio de unos pocos. El Palacio Legislativo uruguayo fue el escenario donde se realizaron los debates del encuentro -preparatorio para lo que será la VII Conferencia Internacional de Educación para la Paz, en México en 2004, que promueve Naciones Unidas-, que contó entre otros auspicios con los del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay, la Unesco, la Asociación de Universidades Grupo Montevideo (Augm), la Asociación Uruguaya de Médicos por la Vida y la Paz, Ciudades Educadoras y distintos sindicatos docentes. "Cada uno desde su lugar debe luchar para demostrar que otro mundo es posible y para construir una cultura de paz", dijo uno de los miembros del Movimiento de Educadores por la Paz de Urguguay -organizador del encuentro-, Julio Arredondo. El pedagogo no dudó en definir lo que más tarde, de una u otra manera, se tomaría como eje de discusión: "Los niños y las madres gestantes deben ser la prioridad en las decisiones que se tomen en esta emergencia". Por su parte, el secretario general de la Federación Uruguaya del Magisterio - el correlato uruguayo de la Ctera argentina-, Héctor Florit, apuntó a trabajar desde la escuela los valores, sobre todo la paz y aquellos que rescaten la democracia como forma de vida. También en otro tramo de su discurso y para hacer referencia a qué se entiende hoy por diversidad en la sociedad y en la escuela, recordó que en los tiempos en que llegaban los inmigrantes a una y otra orilla del Río de la Plata, "la diversidad se definía por agregación (de razas e identidades), pero ahora se define por disgregación, es decir por la exclusión". Una reconocida jurista uruguaya que tiene a su cargo la cátedra de derechos humanos en la Universidad de la República (Uruguay), Jacinta Balbela, fue la encargada de recordar los antecedentes, tratados y convenciones de los países que sustentan legalmente la defensa de los derechos del niño, pero también cómo se viola este compromiso en la actualidad. Cualquiera que transite las calles uruguayas, dialogue con sus habitantes o lea sus diarios puede percibir que esta realidad es casi una copia de la situación argentina. Quizás, como ironizó uno de los educadores presentes en el encuentro, "la crisis de nuestra república respecto de la Argentina podría compararse con lo que uno ve en una telenovela, nada más que aquí -por Uruguay- vamos unos capítulos atrasados". Tal vez por eso, el doctor Uruguay Russi, director del Movimiento Médicos por la Vida y la Paz, instó a que los problemas de salud y educación de los países de la región no queden fuera de la agenda de discusión de los gobernantes. Para ser gráfico respecto de cómo se definen las prioridades en el mundo, y por qué deberían revertirse, recurrió a algunos datos: "Lo que se gasta en un sólo día en la carrera armamentista en el mundo alcanzaría para vacunar a todos los chicos del planeta, y si el ahorro fuera sólo de una semana serviría para financiar 15 años de planes de educación y alimentación para todos los chicos del Tercer Mundo". De la misma manera, el responsable del Movimiento Educadores por la Paz, Víctor Brindisi, recordó el papel de los organismos internacionales en la regulación de la vida de los pueblos de la región: "No se pueden seguir recetas que apunten a los números y estabilidades y dejen de lado los estómagos, los corazones y las cabezas. Hay necesidades esenciales que se llaman derechos humanos, que no pueden ser convertidas en mercancías, tal el caso de la salud y la educación. Se busca que cada vez más accedan a ellas sólo los que las pueden pagar, los demás que se arreglen como puedan". El papel de la universidad en la construcción de una cultura de paz también tuvo su lugar en estas discusiones. En este caso, la propuesta de avanzar hacia formas democráticas del conocimiento y la necesidad de defender este espacio como un bien público fue sintetizada por Rosario Aguirre, responsable de la cátedra Cultura de Paz de la Augm. Las estadísticas oficiales muestran a la Argentina y a la República Oriental del Uruguay como países con altos índices de escolarización (hablan de un 98% de escolaridad básica). "En la educación uruguaya -el ejemplo vale también para el capítulo argentino- el acceso a la escuela es casi universal. Pero este acceso no es para todos para lo mismo. No todos los chicos tienen las mismas chances. Hay un alto porcentaje de chicos que no pueden capitalizar positivamente este acceso", marcó con preocupación el decano de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República, Víctor Giorgi, para dejar en claro las situaciones de segregación que atraviesa esta institución. A su turno, el representante de la Unesco para las ciencias sociales y humanas, Manuel Bernales Alvarado, también advirtió que la pobreza es el mayor de los problemas: "Para superarla -dijo- es indispensable abordar dos temas claves: los ingresos y la propiedad de los bienes de producción".
| No todos los niños tienen acceso a la educación. | | Ampliar Foto | | |
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