Rodolfo Montes / La Capital
Con la piel de su cara tersa, un peinado voluminoso de otra década y un cuerpo impecable, Luisa Kuliok parece atravesar la vida sin tiempo. Sin embargo, su discurso maduró. Es clara, precisa y contundente con sus palabras. Una asignatura pendiente en su carrera es el cine. La actriz explica el motivo: "En la Argentina toqué el techo con un género, las telenovelas. Y entonces me convertí en «la reina de las telenovelas» -se ríe con ironía- y parece que no estuviera habilitada para hacer trabajos en cine. Creo que en el país hay prejuicios", dice como conclusión. Kuliok tiene un especial compromiso con "Ciudad de pobres corazones", la miniserie que empieza hoy, a las 23, por América TV. "Me entusiasmó mucho porque tiene un código diferente", arguye en su charla con La Capital. -¿ Por qué te llevó tanto tiempo volver a la televisión? -A mí cuando no me gusta mucho lo que me ofrecen prefiero dedicarme al teatro, como hice el año pasado en el Cervantes. -¿Cuál es el eje de "Ciudad de pobres corazones"? -Es espejo de la realidad y también suma la posibilidad de discutir y reflexionar sobre este momento de la Argentina. Cuáles son los lugares de la verdad y cómo se maneja. Es una miniserie adulta que no pretende ser moralista ni sentenciosa. Contamos lo que nos pasa y nos preguntamos qué hacemos con esto. Cada uno de los que jugamos esta historia somos un poco víctimas y también cómplices del mundo que nos rodea. Es todo bastante complejo y eso es lo interesante. -¿En lo personal te saca de tu especialidad que son las telenovelas? -Estoy contenta de mostrar otra cosa, un personaje desde otro sitio al que estuve acostumbrada y eso también exhibe otras vulnerabilidades. -¿Qué te atrajo para aceptar? -Se trata de un thriller de suspenso, y lo que importa son los conflictos entre las personas. No es solamente una miniserie de acción, tiros y violaciones. En todo caso, es mostrar qué pasa con eso en nuestra sociedad donde todo está muy mezclado y confundido. - ¿Qué te gustó del personaje? -Para una fiscal el valor vida es lo más importante. Mi personaje, Ana, es honesta y le interesa la justicia. Aún así va a hablar de sus miedos y sus contradicciones. Y se va a encontrar con Miler, un hombre que hace justicia por mano propia aunque no sea un corrupto. Ana no lo justifica pero lo comprende y a partir de esto empiezan a suceder cosas inesperadas para su propio corazón. -¿Y tiene un hombre corrupto como marido? -Ana está casada con un hombre al que cree honesto, pero con el tiempo va descubriendo que es corrupto y entonces lo combate. -¿Los buenos y los malos están mezclados? -La propuesta tiene matices, abre el debate y de ninguna manera se simplifica en blancos y negros. -¿Cómo ves lo que ofrece la televisión hoy? -La televisión que tenemos es la televisión del país que estamos viviendo. Nos obligan a convivir con eso de igual modo que convivimos con el miedo en la calle. Rescato que se sumen otros tipos de programas y de a poco iremos creciendo todos en la sociedad en general y también en la televisión. Es necesario desarrollar nuevas reflexiones en la televisión y en el país. -¿Te preocupa la presencia en la pantalla de muchos personajes sin oficio claro? -No me preocupa de un modo especial que en la televisión tengan espacio ciertos personajes que se agarran de los pelos o se tiran con un vaso de agua. Hoy son los mediáticos, ayer tenían otro nombre, en todos los tiempos hubo elementos marginales en la pantalla. Lo que sí preocupa es todo lo demás que no está. Falta la mirada de distintos lugares. -¿Es por un tema económico, cultural o de coyuntura histórica? -Dentro de la televisión se verifica la misma pugna que en la sociedad. Están los que quieren hacer las cosas mejor, por otros caminos, que intentan y se comprometen con seriedad. Y están los que apuestan a lo mismo de siempre, sin dar lugar a otros discursos estéticos. -Te toca hacer una mujer buena, con valores y poder, ¿te reconforta? -Me atrae poder identificarme con los valores de la justicia y los derechos humanos, que son las cosas por las que hay que pelear toda la vida, como sea. Y que además sea una mujer me gusta, nos da espacio y equilibra cierto machismo que suele prevalecer en algunos productos televisivos. -También volviste a reunirte en un trabajo con Arnaldo André. ¿Estás en gira? -Sí, con "Un amor de película con sabor a Freud". Es la obra teatral que llevamos por el país; este fin de semana estaremos en Junín, La Pampa y General Pico. Me volvió a juntar con Arnaldo después de 17 años. Estoy muy feliz, siempre lo quise hacer. -Tenés un matrimonio de muchos años, ¿cuál es tu fórmula? -Después de 25 años de estar muy bien casada, me enorgullece de mi marido y también de mi trayectoria laboral. Mantener mi pareja no fue complicado, es un trabajo constante. Creo que a uno le regalan la posibilidad y después hay que ver qué hace para mantenerse bien en la vida. Con mi pareja nos cuidamos y nos elegimos todo el tiempo. -¿Cuál fue tu mejor logro? -Es muy bueno trabajar, pero es todo complicado no sólo en este oficio. Agradezco que nos sigamos acompañando con mi marido, que nos sentemos a la mesa y le podamos dar de comer a nuestros hijos.
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