Año CXXXV
 Nº 49.632
Rosario,
martes  15 de
octubre de 2002
Min 17º
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El diputado fustigó al oficialismo
Millet: "La Corte Suprema que armó el menemismo ahora es sagrada"
El legislador ponderó el voto de unidad de la UCR, favorable al enjuiciamiento del alto tribunal

Cuando todavía resuenan en los pasillos de la Cámara de Diputados de la Nación los ecos del accidentado trámite legislativo por el cual quedó definitivamente archivada -por iniciativa del PJ y con el acompañamiento de algunos partidos provinciales- la posibilidad de iniciar juicio político a los miembros de la Corte Suprema de Justicia, el diputado radical Juan Carlos Millet analizó el voto favorable de la bancada de la UCR al jury para los miembros del máximo tribunal de Justicia. "La Corte Suprema que armó el menemismo ahora es sagrada", se quejó el legislador.
-Durante el gobierno aliancista de Fernando de la Rúa no hubo ninguna iniciativa contra la Corte y, sin embargo, la semana pasada todo el radicalismo se unió para luchar y votar contra el archivo de las causas. ¿Hubo un criterio unánime o fue sólo por oportunismo político?
-El criterio fue unánime. Es cierto que no es fácil ponernos de acuerdo a todos los radicales, pero el archivo de las causas impide que las barbaridades cometidas por los miembros de la Corte vuelvan a ser juzgadas y eso es inadmisible. Es un límite que ningún radical podía pasar. En todo caso, el oportunismo fue de De la Rúa, que no quiso enfrentarnos con ciertos factores de poder. Oportunismo fue el de los justicialistas que con el ruido de las cacerolas como fondo se llenaban la boca con acusaciones a la Corte y ahora votaron para salvarla.
-Esos factores de poder ahora son mucho más poderosos...
-Sin lugar a dudas. La Corte que armó el menemismo ahora es sagrada y sus "socios" son virtualmente intocables. Esto puede ser un verdadero punto de inflexión. No se trata solamente de impunidad para la corrupción, la de los 90, la que hubo después, la que hay ahora, la que vendrá luego; se trata de más poder para consolidar un modelo terriblemente concentrado en lo económico; se trata de más poder para defenderlo a cualquier precio. La semana pasada el 80% de los argentinos quería que los miembros de la Corte fueran juzgados. Sin embargo el justicialismo les garantizó la impunidad. Es un ejemplo de la consideración que esos factores de poder tienen para la gente.
-El radicalismo tiene tres precandidatos a presidente. ¿Alguno de ellos tiene vocación para enfrentar a los factores de poder?
-En el radicalismo hay tres candidatos porque se plantean diferentes prioridades y diferentes estrategias. Ninguno de los tres es hombre del modelo de riqueza concentrada, ni su candidatura resulta funcional a los factores de poder, sino lo contrario. Esto quedó demostrado en el tema de la Corte donde ningún legislador radical dio quórum, ningún gobernador radical ejerció presiones, ningún candidato mostró alguna duda. Mientras tanto, el justicialismo entero trabajó para salvarla. En eso ellos tampoco tuvieron diferencias: Carlos Reutemann, Adolfo Rodríguez Saá, José Manuel de la Sota, mandaron sus legisladores a dar el quórum sabiendo que eso significaba el archivo de las causas.
-¿Por qué era tan importante para el justicialismo salvarla y para el radicalismo condenarla?
-Tiene que ver con la futura gobernabilidad de la Argentina. El justicialismo de hoy en día llama "gobernabilidad" a dirimir todos los conflictos, todas las controversias, a favor de los poderosos. Pero eso implica avasallar un sinnúmero de derechos y desmantelar una estructura institucional y jurídica. Para eso necesita una Corte adicta. Si un gobierno, en cambio, decide enfrentar los grandes intereses necesita contar, no sólo con el apoyo de la ciudadanía, sino también con una Justicia imparcial e independiente.
-¿Qué puede ofrecerle el radicalismo a la Argentina después del archivo de las causas contra la Corte Suprema?
-Volver a ser el partido de los ciudadanos. Perdimos ese sentido cuando se cayó en la tentación de asociarse con los grupos de presión y las corporaciones. Es necesario, entonces, volver a poner en claro que hay una separación entre los factores de poder y los intereses de la gente. Y que la UCR está del lado de la gente. Debemos contribuir a un cambio cultural: gran parte de la ciudadanía, hasta aquí, estuvo esperando que alguien le resuelva los problemas desde "el lado" del poder, y eso no funciona. El radicalismo empezó en circunstancias como éstas y produjo un cambio cultural que finalmente hizo retroceder al régimen conservador. No fue "magia". Llevó veinte años de intensa actividad política alcanzar el voto secreto, universal y obligatorio. Hoy es un dato natural de la realidad, pero en su momento fue la herramienta que permitió la jornada laboral de ocho horas, el descanso dominical, el pago de salarios en moneda, la creación de YPF, la Reforma Universitaria, por citar solamente algunos ejemplos. Fue resultado de un cambio propuesto y conducido por la UCR, es cierto, pero producido por la gente.



Juan Carlos Millet analiza el voto radical en Diputados. (Foto: Enrique Rodríguez)
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