La anciana alcanzó a llamar por teléfono a su hija cuando las dos intrusas la sorprendieron en medio de la comunicación. El aparato quedó descolgado y entonces desde el otro lado del tubo se pudo escuchar que algo extraño ocurría en la casa de barrio Azcuénaga. "No le hagan nada", suplicaba la dueña de casa a las asaltantes mientras su esposo hemipléjico seguía postrado en la cama. Al otro lado de la línea también se escuchó una frase que disipó todas las dudas: "Dame la plata", ordenó una de las jóvenes ladronas. Entonces, la hija de la víctima no dudó. Dio aviso a la policía y los efectivos de la seccional 6ª encontraron a dos chicas de 14 años en plena tarea delictiva en el interior del inmueble. María Esther Díaz, de 76 años, y su esposo, Antonio Sillero, de la misma edad, viven en Montevideo 4366. Cerca de las 4 de ayer, el matrimonio dormía cuando el estallido de un cristal sobresaltó a la pareja. María se levantó y alcanzó a llamar por teléfono a su hija, pero enseguida se topó con las adolescentes que la inmovilizaron. Para entrar, las dos menores habían levantado una persiana y destrozado un vidrio. La hija de la pareja, que prefirió mantener su identidad en reserva, vive a unas pocas cuadras de sus padres. Apenas escuchó la voz de su madre a través del teléfono se inquietó. Se subió a su auto y fue hasta la casa de Montevideo al 4300. Lo primero que le llamó la atención fue que estaban las luces encendidas, aunque la puerta parecía cerrada y las persianas estaban bajas. "Empecé a tocar bocina para alertar a los vecinos", explicó la mujer que recuperó la tranquilidad cuando llegaron los agentes de la 6ª. Antonio estaba inmóvil en la cama cuando uno de los uniformados derribó de una patada una ventana para entrar. El hombre le hizo un seña inequívoca al policía. Y enseguida el agente entendió dónde estaban las dos adolescentes que habían ingresado para robar. "Quédese tranquila que ya las tenemos", gritó uno de los efectivos. Entonces, la hija de los Pallero se sintió aliviada y decidió que era el momento adecuado para entrar. Apenas traspuso la puerta, lo primero que vio fue a su madre. María estaba sentada al lado del teléfono. Tenía el pecho ensangrentado y chorreaba sangre de la cabeza. Después la hija de los Sillero se enteraría de que las asaltantes la habían herido con un cuchillo que encontraron en la cocina de la casa. Las dos chicas la habían herido en el abdomen y en los dedos de las manos y le habían asestado un certero golpe en la cabeza con el teléfono. Lo habían hecho para que la mujer les entregue el dinero que no había en la casa. "Sólo tenían 20 pesos que yo se los había prestado, porque todavía no cobraron la jubilación", comentó. Cuando las dos adolescentes se convencieron de que no había efectivo revolvieron toda la casa y recogieron ropa "usada" y "esmaltes de uña" cuando los policías llegaron. "Habían guardado algunas pertenencias en bolsas de nailon", explicó una fuente policial. Cuando la mujer giró la cabeza, pudo ver a las dos menores en el antebaño. Estaban esposadas y la hija de los Sillero debió contenerse para "no pegarles". "No podía entender cómo dos nenas tan chicas me podrían haber hecho un daño tan grande", se justificó. A María la llevaron al Pami II, donde los médicos le suturaron las heridas y después le dieron el alta. Ayer al mediodía, la mujer descansaba en su casa y todavía no salía del estupor que le provocó el atraco. A su lado Antonio tenía la vista clavada en el suelo y sólo preguntó de qué medio eran el cronista y la reportera gráfica que le hacían una nota a su hija.
| Antonio Sillero fue testigo de la agresión a su esposa. (Foto: Silvina Salinas) | | Ampliar Foto | | |
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