| | Editorial Referentes de la ciudad
| En medio de la profunda crisis que la azota como al resto del país, existe una ciudad no siempre revelada cabalmente, dueña de valiosas historias de instituciones y personas, que se extienden en el presente, con su gran bagaje de conocimientos, su trabajo consecuente y sus convicciones intactas; historias que al ponerse sobre relieve la ciudadanía adquiere verdadera conciencia de la potencialidad de ese patrimonio. Nos referimos precisamente a la labor que desde hace varias décadas vienen desarrollando los físicos de Rosario, con un alto nivel científico, reconocidos en distintos ámbitos académicos del país y del exterior, y del cual se dio cuenta en la edición de ayer de La Capital. Tres datos dan testimonio del prestigio que ha alcanzado la comunidad científica y docente local, integrada por alrededor de cien personas: el doctorado que se dicta en la Universidad Nacional de Rosario tiene calificación "A", la mejor, por el nivel de sus profesores y sus tesis, homologada por la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau); el Instituto de Física Rosario, dependiente del Conicet, es una de la unidades ejecutoras de ese organismo de mayor ponderación, a raíz de la cantidad y calidad de sus publicaciones, que llegan a alrededor de cuarenta por año; y por último, en el orden internacional, hace unas semanas físicos de distintos países centrales discutieron con los colegas de nuestra ciudad los últimos avances de los materiales ferroeléctricos, que son investigados por los científicos rosarinos. Se trata sin dudas de uno de los tantos grupos de profesionales que, forjados en sólidos principios éticos y en un gran compromiso con la ciencia, pese al deterioro de sus salarios y a su falta de presupuesto, demuestran que desde este lugar -llámese Facultad de Ingeniería u Observatorio Astronómico- se puede aún seguir sosteniendo proyectos, concretarlos y lograr repercusión internacional, aunque ellos siempre seguirán cultivando el bajo perfil y escaparán a los grandes elogios. Es parte de la Argentina, seria, rigurosa, comprometida e inclaudicable que todavía poseemos y que debe convertirse en referencia ineludible para las futuras generaciones. Que se debe descubrir, proteger, estimular y reconocer, si se pretende algún día construir un país con fuertes bases morales y desarrollo científico-técnico.
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