Año CXXXV
 Nº 49.628
Rosario,
sábado  12 de
octubre de 2002
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Mafia del oro. Intimidades de una confesión que sacudió a la Argentina
Sergio Ciancaglini: "Piana es el Scilingo de la corrupción"
El autor de un libro convertido en best seller revela el entramado del escándalo

Mauricio Maronna / La Capital

"Argentina se había convertido en la gallina de los huevos de oro, aunque no producía oro", grafica el periodista Sergio Ciancaglini, autor de un libro imprescindible para comprender cómo (además de comer pizza, beber champán y de tener una 4x4) algunos personajes hacían de la corrupción un estilo de vida.
Enrique Piana, el dueño de la mítica Casa Piana en las épocas doradas del menemismo, disfrutaba de las mujeres más deseables, los restaurantes más caros, las amistades más selectas. Ganaba millones de dólares mensuales exportando metales y cobrando reintegros. Hoy, tras haber denunciado a funcionarios a los que les pagaba coimas y contado la trastienda de operaciones tan fabulosas como corruptas, se convirtió en el perejil (de oro, pero perejil al fin) que todo causa debe tener.
"Piana (recientemente procesado) es el Scilingo de la corrupción", se atreve a decir Ciancaglini, dos veces ganador del premio Rey de España para la prensa escrita, autor de "Confesiones de oro" y ex compañero de aula del empresario. "Piana, quien sabía que yo era periodista, me llama y me dice que me propone contar todo. Fue asombroso. Es el Scilingo de la corrupción", cuenta en una entrevista con La Capital.
-El antecedente de los contactos fue una fiesta de egresados.
-Sí, 25 años después de haber terminado el secundario. El ya era conocido porque lo del oro era tema de los diarios tras los ataques al fiscal (Pablo) Lanusse. Cuando cae preso, un ex compañero me da su e-mail y yo le propongo hacer una entrevista, pero la Justicia norteamericana no lo permitía. Recién en el 2000 él me llama para decirme que ahora sí podía hablar. Empezó con intercambio de preguntas y respuestas vía e-mail, hasta que viajé a EEUU. Durante una semana seguida hice la nota más larga de mi vida: 29 horas grabadas.
-Sorprende la jactancia con la que Piana y tantísimos otros hablaban y vivían en perfecta sincronía con la corrupción.
-Tal cual, es así. La palabra es jactancia. Estos señores tenían la jactancia del poder, de la impunidad. Yo compro un funcionario, le pago, le llevo la plata. Piana me explica cómo les abrió cuentas en Suiza a otros funcionarios. El construyó una fortuna y ninguno de los bienes estaba a nombre suyo, eran empresas fantasma creadas en Suiza. El se traía directamente los autos importados, se compraba la casa más cara del Boating Club y recibía a los vecinos que le tocaban el timbre para preguntarle cómo podían sumarse al tren.
-Piana denuncia cosas gravísimas sobre Kohan, Cavallo, Maza y tantos otros. Pero nadie se preocupó por comprar su silencio.
-Por eso dicen: "Yo confío en la Justicia". Cualquier ciudadano normal desconfía de la Justicia. A los ex funcionarios del menemismo no les preocupa recorrer los Tribunales; es más, parecen contentos. Y hay algo más grave: están convencidos de que la política no hará nada.
-¿Piana está sinceramente arrepentido de lo que hizo?
-Acá no hay arrepentimiento metafísico. Es un individuo al que le conviene judicialmente arrepentirse. Los norteamericanos le dicen: "Usted cuenta la verdad o se queda en estas cárceles nauseabundas". Usan al eslabón para desentrañar toda la historia. Lo que Piana me cuenta es que al hablar se siente aliviado. Además, en ese trayecto perdió toda su fortuna. Y en ese camino se encuentra con que no podía dejar de decir la verdad porque los norteamericanos se darían cuenta. Piana prendió el ventilador, pero el primer manchado es él. Lo que diferencia a Piana de empresarios muy parecidos es que está preso y que habla. El reventó a su empresa, a su familia, a sus hijos chiquitos. Destruyó un apellido; la hermana no decía cómo se llamaba por vergüenza. Su arrepentimiento es práctico, no religioso.
-Le salió todo mal.
-Si le salía bien hoy sería candidato de algún partido político.
-Es notable la fortuna que hizo con los reintegros: comenzó con algo más de 100 mil dólares y culminó cobrando millones por mes.
-Tal cual. Y le doy otro dato: Argentina nunca produjo oro, pero gracias a estos señores exportaba más oro que carne y cereales. Argentina se convirtió en la gallina de los huevos de oro pese a que no había oro. Era una especie de bicicleta: traía oro por el que no se pagaban impuestos y exportaba cobrando reintegros que pagaban todos los argentinos para que los exportadores tuvieran ese estímulo. Era siempre el mismo oro que iba y volvía. Después lo hicieron con otros metales, también evadiendo impuestos. Cada paso era un delito nuevo.
-La caída es curiosa: cuando usted lo va a entrevistar a EEUU lo único que tenía Piana eran 14 dólares.
-Cuando él cae preso le piden un millón de dólares para salir, pero no los tenía. Cuando le dan la prisión domiciliaria le cobran como fianza 5 mil dólares, y después se los devuelven porque tampoco tenía plata. Cono estaba sin un peso trató de trabajar como mozo en un restaurante. Es notable: el dueño de la mítica Casa Piana terminó con un traje de 3 mil dólares y ni un dólar en efectivo para consumir. Esa situación es paralela a la Argentina: endeudarse sin producir nada genuino, hasta que un día le ponen el grillete. A Piana se lo pusieron en un tobillo.
-¿Volvió a ver a Piana?
-Sí. Está preso en el Batallón de Gendarmería y me cuenta sus días. Tiene dos juicios pendientes, uno en EEUU por lavado de dinero.
-La sensación final que deja el libro es: siempre van presos los "perejiles", aunque este sea un "perejil de oro".
-(Risas). Mucha gente me pregunta qué es lo que va a pasar. Y yo no lo sé. Piana está preso y los otros personajes están libres. Acá queda que la Justicia investigue y que los políticos trabajen sobre el caso. Que el diputado (Cesar) Arias haya estado en EEUU tratando de negociar una declaración de Piana contra Cavallo ¿no es como para que alguien diga algo? Pero en este país hay anomia, falta de reacción. Piana es un perejil, y lo digo de acuerdo al fallo de la Justicia norteamericana, que lo consideró un eslabón, no el jefe de una mafia. El contrabando y el lavado fueron manejados desde EEUU, son palabras del fiscal norteamericano. Lo que cuenta Piana es el estilo de vida de una clase social, pero también sirve para comprender qué pasa con un Estado débil y mafioso.
-En el oficio de periodista se mezclan envidias y recelos. En su caso habrá quienes digan: "Ciancaglini blanqueó a Piana".
-Porque en la Argentina se corrompió el sentido común. Por más que sus colegas no le digan nada, usted sabe cuándo hizo una buena nota. Y nada lo reconforta más que eso, ¿no? Piana tiene la carga genética de un empresariado corrupto. La Argentina se derrumbó, como se derrumbó Casa Piana. Por eso somos los cobayos de la tierra.


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