| | Editorial El triunfo de Lula
| Luiz Inacio Lula Da Silva quedó a las puertas de la presidencia de Brasil. Un hecho político de una trascendencia enorme y que abre una perspectiva que puede generar una instancia distinta en los países de la región. Unos 40 millones de brasileños apoyaron la propuesta de cambio encarnada por el Partido de los Trabajadores (PT), que si bien en los últimos tiempos ha moderado su discurso, casi en forma paralela con su acercamiento al poder real, tiene un claro sustento ideológico de izquierda. Las presunciones para la segunda vuelta, prevista para el 27 de octubre, permiten vislumbrar que el porcentaje de brasileños que se inclinarán por Lula será todavía mayor. Ya hay sectores tanto de derecha como de centroizquierda que han hecho pública su intención de apoyarlo. El PT se propuso llegar al gobierno con el 70 por ciento de los sufragios, un apoyo muy alto que seguramente le permitirá poner en marcha las reformas económicas y sociales que forman parte de su plataforma y que su candidato ha pregonado durante la campaña electoral. El discurso de Lula contiene una fuerte reivindicación regional a partir de una revaloración y fortalecimiento del Mercosur. Como está funcionando en la actualidad, el mercado común dista de ser una herramienta poderosa para el desarrollo económico de sus integrantes; sin embargo, si se convierte en un instrumento central de la política económica brasileña, seguramente tendrá un papel fundamental. Lula, además, ha dicho que el tema de la deuda debe ser abordado como una cuestión global para Latinoamérica y no como un problema particular y aislado de cada país. Si logra ese objetivo, se habrá dado otro paso importante para mejorar las pautas de negociación de los deudores. Representa una esperanza cierta para millones de brasileños, pero a Lula no le espera una tarea sencilla: Brasil, una de las diez mayores economías del mundo, tiene a gran parte de su población sumida en la pobreza y la marginalidad, víctima de una desigualdad atroz. Y además, en poco tiempo, corre riesgos concretos de un colapso financiero producto de las obligaciones que debe afrontar. Lula es el dueño excluyente de los votos y el poder. También el depositario de la confianza de su pueblo y de las obligaciones. Su gran desafío es hacer realidad el país que prometió en la campaña.
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