La concesión del premio Nobel de física a los estadounidenses Davis y Giacconi, y al japonés Koshiba puso ayer en relieve la existencia de los neutrinos y de las radiaciones cósmicas de rayos X, dos conceptos que no forman parte del lenguaje corriente. Durante mucho tiempo, el átomo fue considerado como partícula indivisible, la más pequeña del universo. Más tarde se descubrió que los átomos estaban compuestos por partículas aún más pequeñas, los electrones, los protones y los neutrones. Los físicos hablan de todo un "zoo" de partículas subatómicas, tras el descubrimiento de más de 200 minúsculas partículas, algunas de ellas exóticas. Los neutrinos, eléctricamente neutrales, son las más livianas de las partículas elementales. Puesto que reaccionan raramente con la materia, pueden escapar casi sin obstáculos de objetos cósmicos como el Sol. Los expertos estiman que, en la Tierra, una superficie del tamaño de la yema de un dedo es bombardeada cada segundo por 65.000 millones de neutrinos procedentes del Sol. Los neutrinos se presentan bajo tres formas diferentes: electrones-neutrinos, muones-neutrinos y tau-neutrinos forman una familia con los electrones, los muones y los tauones. Todos forman la clase de las partículas más livianas, los llamados leptones. Las partes integrantes del núcleo atómico están formadas por los quarks, más pesados. Los rayos X son radiaciones de onda muy corta, cuya longitud de onda va desde las radiaciones ultravioleta hasta el campo de las radiaciones gamma. Surgen cuando electrones de alta energía son frenados, pero también en órbitas intermedias en el interior del átomo. La fuente más poderosa visible de rayos X para nosotros es el Sol. También algunos cometas de nuestro sistema solar emiten radiaciones X. Otras fuentes cósmicas de rayos X son las estrellas de neutrones y los quásares.Los científicos esperan nuevos datos sobre el surgimiento del Universo. (DPA)
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