Marcelo Menichetti / La Capital
La Orchestra della Toscana, bajo la conducción del violinista Salvatore Accardo, ofreció una brillante actuación el sábado último, en la decimotercera función de abono de la Asociación Cultural El Círculo. La esperada visita del director y eximio violinista y de sus 46 músicos, se concretó con el patrocinio del gobierno italiano. Las expectativas previas no fueron defraudadas ya que el instrumentista impactó desde sus dos facetas artísticas: como un director de gran carácter y sensibilidad, que sabe manejar a ese inmenso instrumento que conforman sus músicos, y como extraordinario ejecutante de violín. El programa de la audición dedicado a obras de Ludwig van Beethoven fue abierto con "Las criaturas de Prometeo", Obertura Op.43. La orquesta impactó por la limpieza en la ejecución y el nervio del director, quien combinó gestos enfáticos con sutiles indicaciones para obtener lo mejor de sus músicos. La segunda obra de la primera parte del programa, El "Concierto en Re mayor Op.61 para violín y orquesta", exigió al máximo a Accardo en su función de solista. Los solos de violín constituyeron un ejercicio técnico muy severo para el músico, con escalas ascendentes y descendentes que por momentos sumaron al asombro del público, el de los músicos, quienes también participaron de la admiración que despertó el violinista. Con exactitud, temperamento y énfasis, Accardo hizo gala de una excelente digitación y superó el alarde técnico al crear un gran clima con su ejecución. Accardo demostró que es autosuficiente como un navegador solitario y cuenta con la autoridad de un capitán de tormentas a la hora de manejar las fuerzas del conjunto. En el Rondó se reveló lo afiatado del conjunto y la respuesta fue una catarata de aplausos y los primeros bravos de la noche. El solista debió volver para un nuevo saludo y ofreció un bis con "Laberinto armónico", de Pietro Locatelli, en la primera interpretación de la obra que se hace en Rosario. La segunda parte de la función fue dedicada a la "Sinfonía Nº2 en re mayor, Op. 36", Adaggio molto, Allegro con brío, Larghetto, Scherzo (Allegro), Allegro molto. La obra compuesta en 1802, tal como lo señaló Armando Sabattini en el texto del programa de mano del concierto, marca una inflexión en la producción del genio de Bonn: "Tanto en ésta, como en su primera sinfonía en do mayor se evidencia la influencia de Haydn y Mozart, con algunos intentos en el manejo de la tonalidad que alejándose de sus predecesores, comenzaba paulatinamente a liberarse de las limitaciones formales y el estilo de los clásicos". La fogosa obra, que propone desafíos desde los vientos hacia las cuerdas y viajes conjuntos por los territorios de la música muy animada, contó con una dirección apoyada en la gestualidad de Accardo, que logró traducir los climas con gran fidelidad. El final, con el público de pie aplaudiendo al director y solista y a los músicos, obligó a un bis en el que se escuchó la obertura "La scala di seta", de Gioachino Rossini. Salvatore Accardo concretó así su cuarta visita a Rosario, ciudad que aprecia particularmente desde su primera actuación, que ofreció en 1964, en el mismo escenario donde brilló el sábado.
|  La orquesta mostró solidez con obras de Beethoven. (Foto: Marcelo Bustamante) |  | Ampliar Foto |  |  |
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