| | Editorial Brasil: que gane la democracia
| Este domingo, en un acto electoral de enorme trascendencia para toda América latina, se define quién será el presidente del país cuya economía es la más importante de todo el subcontinente. El pueblo brasileño deberá elegir entre propuestas de índole muy diversa, con el claro favoritismo del candidato por el Partido de los Trabajadores, Luiz Inacio da Silva, "Lula". Y pese a la notoria morigeración que en los últimos tiempos se ha percibido en las ideas de Lula, de evidente raíz izquierdista, provoca inquietud el que la palpable posibilidad de su triunfo haya generado tan elevado nivel de nerviosismo en los mercados. Es que el innegable y cada vez mayor poder de éstos para influir sobre la vida cotidiana de los pueblos -globalización de por medio- ha terminado por relativizar la noción misma de democracia. No resulta en lo más mínimo novedoso, y el caso se está reiterando en el país hermano: ciertos discursos proselitistas de candidatos presidenciales se basan en una tan curiosa como perversa antinomia, resumible en una frase de ribetes coloquiales: "Yo o el abismo". Así, pareciera que de no adoptarse el rumbo que señalan los omnipotentes mercados todo tendería -inevitablemente- a desmoronarse. A partir de tan contundente como, aunque resulte paradójico, avieso mensaje resulta claro que los márgenes de quienes asuman el gobierno para modificar los parámetros de la realidad se tornan estrechos. Y de esos males puede dar fe la Argentina, cuya acentuada dependencia de los organismos financieros internacionales para obtener capitales frescos la ha colocado en posición demasiado débil como para definir con éxito su propio destino como Nación. Pero el caso brasileño es distinto, aunque posea rasgos similares. Los matices ideológicos contrapuestos de los postulantes a la primera magistratura no se plasman en niveles tan altos de discrepancia entre uno y otro como los que se perciben en la Argentina. Por ejemplo, la defensa coherente del Mercosur y el sostenimiento del régimen de protección industrial no son puestos en tela de juicio por ninguno de ellos. Las elecciones de hoy son clave: pueden marcar una bisagra en la historia contemporánea de América latina. Ojalá que la voluntad del pueblo brasileño se refleje sin obstáculos en las urnas y que quien resulte triunfante pueda plasmar en hechos sus promesas preeelectorales. Que el principal vencedor, en síntesis, sea la democracia.
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