| | cartas No podemos guardar silencio
| Cada vez que la participación popular pone en cuestión a los corruptos y a los poderosos emerge la violencia. El infame atentado contra la señora Estela Carlotto, los cobardes ataques a los militantes sociales y de la defensa de los derechos humanos Susana Avalo e Isern, los aprietes a vecinos asambleístas de Buenos Aires, etcétera. Son indicios de una oleada de prepotencia en ciernes de los "conocidos de siempre" que se le añade a la situación de pauperización y exclusión social. Estos nefastos personeros del odio crean climas enrarecidos para amedrentar a quienes apuestan por la solidaridad y fomentan la ayuda mutua. Sorprende ingratamente la ineptitud e indiferencia de los funcionarios frente a hechos de gravedad que vulneran la democracia. No será con la impunidad y la barbarie que podrá cambiarse el rumbo de este país al que pusieron en una peligrosa pendiente. Sólo una ética de la solidaridad brinda posibilidades de encaminarnos hacia la justicia social y la libertad. Si estamos a favor de la vida y la verdad no podemos guardar silencio. Carlos A. Solero
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