Año CXXXV
 Nº 49.620
Rosario,
jueves  03 de
octubre de 2002
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cartas
Una inyección de integridad

En la primera parte de mi carta titulada "Una inyección de integridad", consigné algunos sinónimos de integridad, aclarando que ninguno es por sí solo suficiente. Sabemos que la hay cuando la observamos en otro, pero nos cuesta explicarla. Ser íntegro es tener el coraje de sostener y profesar resueltamente las propias convicciones, actuado con la firmeza de que aquello en que se tiene fe es lo correcto. Ser íntegro es no autoproclamarse como tal; es eludir la autoestima, el engaño y las apariencias, siendo siempre la misma persona en todo momento y lugar. Es evitar la mentira, adhiriéndose a la verdad cuando y donde se la encuentre, aunque ella no goce de popularidad. Es no dudar un instante en pronunciar un auténtico "no" entre tantos falsos "sí". Es valorar más la reputación que la riqueza. Es no abandonar nuestro camino aun cuando nadie nos siga. Reitero: quizás la integridad escasee, pero no se agota. Quien la posee y la ejercita recibe su premio: inspira respeto y confianza. Quien la ha perdido -o nunca la tuvo- vive en permanente estado de pelea interior. La integridad se pierde cuando el individuo se concentra únicamente en valores impersonales como el dinero y el poder.
Carlos Alberto Parachú


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