Katherine Baldwin
Brasilia. - El izquierdista Luiz Inacio Lula da Silva tiene grandes probabilidades de ganar las elecciones, pero el ex jefe sindical podría descubrir que el largo y arduo camino hacia la casa de gobierno era la parte más fácil de su proyecto para gobernar . Si Lula logra que su liderazgo en las encuestas se convierta en un triunfo el domingo -o en una segunda ronda que se podría realizar el 27 de octubre- luego, al tomar las riendas del mayor país de América latina, se enfrentaría a un complicado acto de equilibrismo. La creciente ola de seguidores de Lula estará ansiosa para que cumpla con las promesas de remediar la gran brecha social de Brasil. Pero Lula, quien nunca ha ocupado un puesto gubernamental, primero podría tener que enfrentar dificultades económicas y al mismo tiempo una mayoría de la oposición en un Congreso irritable y poderoso. Muchos analistas creen que José Serra, el candidato oficialista, no lograría privar a Lula de su sueño presidencial, pero tienen sus apuestas abiertas sobre la capacidad del ex sindicalista para manejar la cuarta democracia con mayor cantidad de habitantes en todo el mundo. "Sólo se puede gobernar Brasil con una coalición amplia y fuerte en el Congreso", dijo Valeriano Mendes Ferreira Costa, un analista político de la universidad de Campinas. "El Congreso no puede gobernar solo, pero puede evitar que un presidente gobierne", agregó. Los analistas prevén que la coalición de Lula ganará menos de una quinta parte de las 513 bancas que están en disputa en la fragmentada Cámara baja del Congreso, donde en la actualidad 18 partidos comparten el poder. El derechista Partido del Frente Liberal (PFL), el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), al que pertenece Serra, y el Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que formaron el eje de la coalición del actual presidente, Fernando Henrique Cardoso, mantendrían los bloques más grandes en el Congreso. Eso significa que Lula tendría que hacer serias negociaciones para alcanzar una mayoría de 257 bancas, especialmente si gana en la primera vuelta, con una oposición partida en tres. Pero los analistas dicen que Lula está mejor preparado que nunca para la tarea de gobernar Brasil, por más que los inversores y operadores financieros le crean o no. En meses recientes, los inversores han abandonado las acciones, los bonos y la moneda de Brasil, por sus dudas de que Lula mantenga las reformas orientadas al mercado del gobierno actual, y los temores sobre la carga de la deuda pública brasileña, de 260.000 millones de dólares. Si continúan las turbulencias financieras, Lula podría tener que tomar algunas medidas anticrisis que no serían bien vistas por su partido. El candidato ya ha irritado a algunos partidarios, al descartar gran parte de la retórica socialista que asustó a los inversores en campañas electorales anteriores. El líder incorporó a un magnate textil como su compañero de fórmula para estas elecciones, y obtuvo el respaldo de algunos ejecutivos de grandes empresas. Pero, precisamente, la campaña pacífica le serviría a Lula para reducir el trauma de la transición. El candidato ha hecho pocos enemigos, muchos amigos y ha construido una coalición con elementos de izquierda y de derecha. "Elegir un presidente de la república es más que elegir un hombre. Es elegir un proyecto, elegir qué segmentos de la sociedad van a gobernar", dijo Lula recientemente, mientras incorporaba a una parte del PMDB a su campaña. Lula ha guardado silencio sobre quién conformaría su gabinete, pero su partido ha sondeado empresarios locales y académicos para puestos clave. El candidato está en contra de mantener al presidente del Banco Central, Arminio Fraga, pero ha dicho que su jefe tendría experiencia técnica y de mercado, y entendería "las sutilezas del hambre y la pobreza". El partido aceptaría un jefe del Banco Central que no pertenezca a sus cuadros. Dependiendo del grado de turbulencia del mercado, algunos analistas hasta se animan a decir que Fraga podría quedarse durante un período de transición, mientras que Cardoso y otros miembros de la "elite" empresarial seguramente jugarán un papel clave para aumentar la confianza de los inversores en el futuro presidente. "En esta etapa, yo diría que la comunidad empresarial de Brasil está lista para respaldar a Lula", indicó en Washington Roberto Setubal, presidente del banco Itaú, citado por diarios locales. (Reuters)
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