Año CXXXV
 Nº 49.616
Rosario,
domingo  29 de
septiembre de 2002
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Análisis político
Con Reutemann en la nuca

Jorge Sansó de la Madrid / La Capital

Hay un viejo cuento que ubica un diálogo entre Masoq (personaje ficticio del que supuestamente habría surgido el término masoquismo) y el marqués de Sade (personaje real del que sí surgió el sadismo). Masoq implora en actitud de entrega absoluta: "Marqués, flagélame, tortúrame, lastímame". Sade lo mira y con su mejor sonrisa "sádica", responde: "No".
La relación entre el gobierno del presidente Eduardo Duhalde y los organismos multilaterales de crédito se parece al cuento. La fustigación a un país "insignificante" nos llevaría a concluir que los O'Neill, Krueger y compañía han caído en el freudiano "pegan a un niño".
"¿Por qué este predominio del fantasma de fustigación? Quizás porque pegar a un niño sea la puesta en escena de una representación banal, cotidiana, verosímil, que satisface tanto el masoquismo erógeno, que involucra el cuerpo, como el masoquismo moral, ya que supone que el niño pegado es castigado porque cometió una falta que merece la corrección del padre, una medida ejemplar" apunta la profesora Irene Friedenthal. "El acuerdo con el FMI va a llegar", dice el presidente.
La otra mejilla de los argentinos
Quizá la cuestión sea el momento en que llegue, si llega como alienta el mandatario, "poniendo la otra mejilla", según definió ayer Carolina Porney en El Observador de Montevideo recordando que el presidente uruguayo nos trató de "manga de ladrones", Fidel Castro de "lamebotas de los yanquis", Lula Da Silva de "republiqueta", y Hans Tietmeyer y Horst Köhler de "insignificantes".
Antes del recambio gubernamental tras la década menemista las cifras oficiales de entonces arrojaban un 48 por ciento de trabajadores en negro y 13 por ciento de desocupados. Un verdadero sadismo para cualquiera que intente comprender que con casi ese 60 por ciento de su población económicamente activa en la informalidad, el país era inviable.
De más está decir que con el gobierno de la Alianza y los dos interregnos peronistas que lo han sucedido esos guarismos se han agravado. "No hay sociedad posible que no asegure la reproducción de las condiciones materiales de producción: la reproducción de los medios de producción. Al tiempo que produce para producir debe reproducir sus condiciones de reproducción", advertía en su "Ideología y aparatos ideológicos del Estado" Louis Althusser, el más influyente teórico marxista francés en la década del 70.
La Argentina es hoy paja seca, y la menor brisa puede disparar una chispa a una hoguera. Tal es el divorcio entre la sociedad y sus instituciones que a ningún argentino parecen inmutarlo los exabruptos externos. No tal vez porque no le duelan sino porque hay un tejido social tan dañado -que no reproduce desde hace mucho los medios de producción para su propia subsistencia- que pone a sus integrantes al borde de la histeria freudiana, es decir en el juego circular de abusadores y abusados, de consentimientos más o menos aceptados.

Un nombre escondido en el futuro
No es que Argentina carezca de candidatos para suceder a Duhalde y entablar una mejor o peor relación con el mundo que la victimiza, al menos en las declaraciones de sus personajes notorios, sino que aún no ha aparecido el alguien que la ayude a desentrañar sus propios fantasmas de fustigación. Si ese alguien está entre los candidatos presidenciales en danza no es posible aún responder. Es una cualidad que aún no han exhibido.
Está claro que no se puede cambiar un mundo en el que, mal que nos pese, poco pesamos. Y por ende nuestra influencia es nula. No hay más que aceptar que eso es así, pero no es lo mismo que resignarnos a estar como estamos porque en tal caso se trataría de un fatalismo inexorable del que nadie podría abstraerse y visto está que eso tampoco es así.
En este difícil contexto en que el inconsciente nacional atraviesa una de sus horas traumáticas vuelve otra vez la reiterada y ya algo cansadora pregunta en torno a qué se propone el gobernador de Santa Fe, Carlos Reutemann, al asumir un papel, consciente o no, de regente del oficialismo.
En el país ya existió la experiencia con Perón en el exilio. No pudo gobernar nadie desde 1956. Salvando las distancias ejercía una regencia espiritual parecida, tal vez, a la que construye Reutemann y todo lo que acontecía en la Argentina tenía una inmediata refractación en Madrid. ¿Acaso, al menos desde su difusión pública, el reciente viaje a Brasil del presidente Duhalde tuvo significación por el convenio que firmaría con su par Henrique Cardoso o por la presencia de Reutemann en la comitiva y la posibilidad de lo que ambos hablaran de la política futura del país? \Que el presidente intente ponerse cerca del santafesino y protegerse bajo su aura aunque más no sea protocolar resultaría ya a esta altura casi una anécdota menor. Pero la pregunta sigue en pie. Máxime cuando uno ve acompañada las crónicas con que los medios nacionales anunciaron el viaje de la publicación de una encuesta en la que Reutemann sigue apareciendo como el candidato que, al menos los santafesinos, elegirían para presidente y se atribuye el sondeo a un encargo del propio gobernador.
Elisa Carrió ensaya por estas horas un relanzamiento de su candidatura luego de haber agotado, daría la impresión, un repertorio que entusiasmó a amplios sectores pero que terminó por trocarse en impaciencia. La respuesta a su dilema es el que se espera con ansiedad insatisfecha: desde afuera del sistema está perfecta su exhortación a un parto para lo cual deberá lograr embarazar a la sociedad de deseo de paternidad y disposición al doloroso sacrificio. En rigor, lo deberá hacer cualquier candidato, lo que sucede es que los demás han sido menos ardorosos en su dialéctica.
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¿El regente espiritual?
Reutemann no piensa relanzar lo que no lanzó nunca pero no parece dispuesto a ceder una preminencia de su protagonismo. Su aporte sigue siendo tremendamente críptico, ya sea que busque preservarse para tiempos más calmos o que busque erigirse en el regente espiritual del próximo presidente, lo que sin dudas negará con énfasis, pero los hechos apuntan en esa dirección y casi a riesgo de desmentirlo.
Si quien resulte ganador de la compulsa presidencial fuese un no peronista. Reutemann podría convertirse en el líder de la oposición porque ello habría importado que desde Menem a De la Sota (es decir el duhaldismo) y las opciones intermedias de Rodríguez Saá y Kirchner habrán sido derrotados y el PJ entrará otra vez en uno de sus convulsivos procesos internos de renovación en los que siempre está incapacitado de generar ofertas novedosas. Allí estará Reutemann. Esta puede ser una respuesta valida.
Pero si el sucesor de Duhalde llevara el signo peronista, ¿podrá gobernar con Reutemann en la nuca? ¿Con la Casa Gris convertida en una especie de Puerta de Hierro? Para ese peronista la gobernabilidad que debería asegurar podría tener en el gobernador de Santa Fe un escollo en lo que al poder que requerirá se refiere. Pero también el Lole tendrá en ese presidente un amigo cuanto menos receloso. De allí que para más de un precandidato peronista hoy en día los sucesivos nones de Reutemann resulten casi sádicos.



(Ilustración: Chachi Verona)
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