Año CXXXV
 Nº 49.616
Rosario,
domingo  29 de
septiembre de 2002
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El cazador oculto: El gran ausente de la tele

Ricardo Luque / La Capital

Los viernes siempre pasa lo mismo: Nacho Suriani, que amanece pensando en el asadito del domingo, sobre el filo del cierre de su programa matutino saca al aire a un meteorólogo para que le anticipe cómo estará el tiempo del fin de semana. El recurso intenta saciar una inquietud de muchos y plantea una duda existencial: ¿por qué en los canales de televisión locales no hay meteorólogos? La pregunta quizás suene extemporánea, pero no lo es. Un breve repaso de las programaciones de noticias de las principales cadenas televisivas internacionales revela que aquí, allá y en todas partes siempre hay un lugar para que un experto reporte sobre las contingencias climáticas, y lo haga con una precisión aterradora. Sus predicciones, que nada tienen que ver con las artes de la adivinación, son exactas, o para ser más correctos, tienen un margen de error despreciable. Si anuncian que se aproxima un frente frío a nadie en su sano juicio se le ocurre salir a la calle en bermudas y ojotas. Si anticipan una ola de calor todo el mundo guarda en sus roperos, bien acondicionado con naftalina, el gamulán. Es más, en países del Primer Mundo como Estados Unidos, existen señales de televisión y radio dedicadas exclusivamente a los informes meteorológicos, y la gente las consume con avidez. Tanto es así que hasta Hollywood, esa maquinaria voraz siempre atenta a sacar provecho de los buenos negocios, abordó el tema. Lo hizo en "Todo por un sueño", la película de Gus Van Sant que reveló a Nicole Kidman como una actriz con matices. Su papel es precisamente el de "la chica del tiempo", es decir, el de la encargada de dar los reportes del tiempo en un canal de televisión. Si bien la historia explora otras cuestiones (los riesgos de vivir con la certeza de que el fin justifica los medios), lateralmente expone la importancia que los medios le dan a la información meteorológica. También, acaso sin quererlo, alienta un sueño. Porque, hoy por hoy, pensar que en la supermachista pantalla televisiva local una mujer pueda cumplir un rol central es un sueño. Nada más.


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