Año CXXXV
 Nº 49.614
Rosario,
viernes  27 de
septiembre de 2002
Min 14º
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Editorial
El valor de la asistencia

Uno de los aciertos que ha tenido el actual gobierno para poder timonear la tremenda crisis desatada en los primeros meses del año, cuya caída de la actividad económica hizo crecer los índices de desocupación y pobreza a cifras récord, ha sido la implementación del Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados. Pese a las polémicas desatadas en un primer momento sobre la confección de las listas y el manejo de los mismos, hay que reconocer que el cumplimiento de los cronogramas de pago, tal como se planificó en tiempo y forma, evitó que el país se convirtiera en un verdadero caos, con cortes de rutas, piquetes o manifestaciones constantes. Y en particular para Santa Fe y la ciudad de Rosario, implicó un principio de alivio social que permite transitar el segundo semestre con otra perspectiva.
Al menos eso es lo que se desprende del informe publicado ayer por La Capital donde se da cuenta de que Rosario ha logrado la cifra de 60 mil beneficiarios, con la incorporación última de 7.165 planes, lo cual alcanza la meta de los empadronados. La experiencia, por otra parte, tiene varias aristas positivas; así lo señalaron tanto la secretaria de Promoción Comunitaria santafesina como su par de la Municipalidad de Rosario. Desde la reducción de la conflictividad al favorecimiento de las economías regionales; desde el uso particular con el que cada beneficiario resuelve sus urgencias a las actividades complementarias que se planifican para ellos, mejorando su contención y poniéndolos en una condición de mayor expectativa para su reinserción en cuanto la economía se recupere. En Rosario solamente hay alrededor de 20 mil beneficiarios que están cumpliendo alguna tarea de prestación laboral en proyectos municipales, provinciales o en entidades intermedias, o bien capacitándose.
Naturalmente, sería interesante que la mayoría de las personas que reciben planes cumpliera con tareas o se instruyera en algún oficio, por cuanto favorecería la situación en una doble dirección: contar con mano de obra suficiente para plasmar proyectos en la ciudad que están paralizados e impedir que esas miles de personas se encuentren sin actividad, aisladas, sin un mínimo proyecto o bien sujetas a caer en grupos delictivos.
Es de esperar entonces que ambas secretarías trabajen en esa dirección y fundamentalmente que desde el gobierno nacional se sostenga como prioridad este programa. Si bien el incremento del gasto social no es lo aconsejable, en la coyuntura es la única salida para impedir un costo mayor para el conujnto de la población.


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