| | Editorial El gesto solidario
| Un indicio valioso y alentador, en medio del drama socioeconómico por el que se transita, está dado por una creciente tendencia hacia acciones solidarias en distintos sectores de la población. Se trata de un dato importante por cuanto revela que no está agotado el caudal de sensibilidad en la gente, y que es capaz de reaccionar frente a la indigencia, el hambre u otro tipo de carencia, asistiendo a los necesitados con lo que posea a su alcance. Quizás, luego de tantos años de prédica individualista en el país, de argumentarse que la falta de crecimiento estaba dada por la ausencia de iniciativa entre los argentinos, hoy, con los resultados a la vista, haya comenzado ciertamente a instalarse la cultura del esfuerzo mancomunado, de la salida conjunta, de no permitir que triunfe la indiferencia o el olvido deliberado y discriminatorio. Es un fenómeno social que se viene registrando en todo el territorio nacional, aunque con mayor fuerza en algunas regiones, entre ellas la de Rosario. Y anteayer tuvo una expresión multitudinaria en el Monumento a la Bandera, cuando unas 40 mil personas se acercaron con un alimento no perecedero o con útiles escolares para destinarlo a Cáritas y a 18 escuelas de nuestra ciudad. Paralelamente, otros dos recitales realizados en el Distrito Sur y en la Fundación Astengo, a beneficio de familias carenciadas y del Hospital Provincial también sumaron gran adhesión. Desde luego que la música juega un rol importante en la convocatoria, pero precisamente es de destacar también la actitud de los artistas que ponen su talento al servicio de estas causas. En rigor a la historia, vale recordar que este país se ha construido en base a la solidaridad: para comprobarlo sólo basta con revisar el comportamiento de las distintas corrientes migratorias, tanto del exterior como del interior del país, y de los fuertes lazos de ayuda que se establecieron entre las más diversas colectividades. Sobre todo en Santa Fe, desde donde surgió el movimiento cooperativo argentino, clave para los pequeños productores o empresarios, que lograron poner al país entre las principales economías del mundo en determinado momento. Los mismos a los que ahora apela el ministro de Economía, Roberto Lavagna, para volver a poner al país de pie. Claro que esta solidaridad manifiesta deberá ser acompañada por acciones altruistas y sin demora desde el orden político, económico y jurídico. Porque el voluntarismo, se sabe, tiene un gran valor en la coyuntura, pero nunca resuelve el fondo de los problemas.
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