Año CXXXV
 Nº 49.609
Rosario,
domingo  22 de
septiembre de 2002
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Matto Grosso: Más yacarés que hombres
Millones de aves y especies exóticas habitan la mayor llanura inundable del continente americano

Corina Canale

En la inmensidad del brasileño pantanal del Mato Grosso los hombres están muy atentos a los designios de la naturaleza y a las lluvias del verano que caen con la fuerza de los diluvios anunciados.
Después llega la seca, el pasto vuelve a brotar en el suelo arenoso y es preciso arrear a los animales desde las tierras altas. En ese mundo misterioso el cielo crepuscular es de colores intensos y las noches claras parecen acercar las estrellas.
Pero el desequilibrio ecológico ya se percibe en esta inmensa planicie anegada por las nacientes del Paraguay, donde el extraño pantano atrae a los aventureros del mundo.
Algo está cambiando en esa región del sur de Brasil, con 210 millones de hectáreas, fronteriza con Paraguay y Bolivia, donde hay más yacarés que hombres y donde los matorrales comienzan a ralear y los desmontes tumban las buenas maderas de araputangas, cerejeiras y angicos.
En julio, con la bajante, los peones "pantaneiros" inician la tarea más ardua del año: llevar los animales a los corrales para marcarlos, vacunarlos y castrarlos. Hay allí unos 22 millones de cabezas de ganado vacuno, casi todos de la raza nelore, una cruza índica del tipo cebú.
También hay que engordarlos para venderlos en los centros ganaderos de Campo Grande, la capital del estado de Mato Grosso Do Sul, una ciudad de 700.000 habitantes, y también en los de Cuiabá y San Pablo. El ganado nativo, el "tucura", es bravío y arisco porque vive en libertad.
En esas "fazendas" abrazadas por el agua la mitad del año, apenas vive la familia del encargado y no más de tres peones. Pero de a poco el turismo le está cambiando el ritmo a la vida de los "pantaneiros", tanto que en sus estancias ya hay unas 200 plazas turísticas.
"El 90 por ciento de los visitantes son europeos, en especial ingleses, alemanes y franceses", que recorren la región que se extiende desde la Chapada de Guimaraes hacia el sur, es decir, desde la sierra que divide la cuenca del Amazonas de la cuenca del Plata.
Por allí está la estancia de Itamaraty, en la localidad brasileña de Ponta Porá, propiedad del llamado "rey de la soja", y del otro lado, ya en Paraguay, la mítica población de Pedro Juan Caballero -zona de tráfico y plantaciones de marihuana-, y también la cercana Cerro Corá, donde la muerte lo esperó, arteramente, al caudillo paraguayo Francisco Solano López.
En ese lugar hay un centro de inscripciones rúnicas grabadas en la piedra en la lengua de los vikingos, y se dice que por allí vivió el legendario rey blanco del Paraguay, el hombre poderoso que manejaba el comercio entre el Tiahuanaco y el Atlántico.

Monos chilladores
La fauna y la flora del pantanal son fuertes atractivos para los viajeros; desde los "bugios", monos americanos corpulentos y chilladores, hasta las plantas acuáticas y los millones de aves que viven en los pastizales, como garzas, marrecas y baguaris.
Principalmente el tuiuiú, de plumaje blanco y pescuezo negro, con una mancha rojo sangre, pájaro que anida en el frondozo ipé y ayuda a la hembra a empollar los huevos.
Para los europeos el pantanal del Mato Grosso es el zoológico más grande del mundo. Desde allí, en el 1500, los navegantes que descubrieron las tierras de Brasil llevaron a las cortes del viejo mundo un pájaro llamado arará que medía poco menos de un metro.
Una buena manera de llegar desde Argentina hasta el pantanal de Mato Grosso es por Foz do Iguazú, y desde allí en ómnibus hasta Campo Grande -con combinación en Cascabel-, un trayecto de 750 kilómetros. También se puede ir a Asunción y desde allí recorrer 500 kilómetros hasta Pedro Juan Caballero.
Ya en el pantanal conviene conectarse con alguno de los muchos guías que hablan español, como Wdson Menezes, que tiene vehículos todo terreno y que ayudará a elegir alojamiento en la Pousada Rio Vermelho, la Pousada Aguape o el Hotel Fazenda Arara Azul.
También recomendará dónde comer un buen plato de piraña asada, con mucho limón, y una buena porción de sabrosa cola de yacaré.
Menezes conoce muchas historias de la vida en este lugar que extrañamente combina bosques, serranías y campos extensos, y que es la mayor llanura inundable del continente americano, con elevaciones que el agua convierte, cíclicamente, en "islas".
Un mundo al que se puede entrar caminando, a caballo o en lancha, pero que es sólo accesible cuando lo permite la naturaleza, el dios supremo de los "pantaneiros".



Los habitantes del pantano ofrecen paseos en canoa.
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