| | El cazador oculto: Paradojas de la pantalla chica
| Ricardo Luque / La Capital
El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Ejemplo: el hombre, a pesar de los incontables consejos que recibe a lo largo de su vida, tarde o temprano se casa y después, claro, se divorcia, pero eso no es todo, si se le presenta la oportunidad y haciendo caso omiso a las advertencias y a su experiencia, vuelve a casarse. Increíble, pero real. Otro ejemplo: los ejecutivos de televisión, a pesar de las lecciones que les da el rating, no dudan en andar una y otra vez la senda pedregosa en la que más porrazos se han dado. Para que se entienda: a pesar de sus fracasos, insisten en mantener en el aire figuras que jamás sumarán talento ni público a sus pantallas. El paradigma es Baby Etchecopar, quien desde "El ángel de la medianoche" hasta "Contrafuego" ha ido rebotando de un canal a otro sin dejarle nada a la televisión. Pero el empeño que ponen los popes de la industria en repetir sus errores no se reduce a elegir mal. Su campo de acción es más amplio. Ultimo ejemplo: el año pasado Canal 3 postergó la emisión del primer programa de la temporada de "Telenoche investiga" cuatro días sin siquiera imaginar que el contenido del envío (una cámara oculta relacionada con el presunto enriquecimiento ilícito de Carlos Menem) se iba a convertir en la comidilla mediática más jugosa de la semana, ni que el programa iba a alcanzar los 27,7 puntos de rating. El error fue subsanado a la semana siguiente, cuando el daño ya estaba hecho. Quién iba a imaginar que uno año después iban a hacer lo mismo. Canal 13 emitió el miércoles pasado el primer envío del año de "Telenoche investiga" y al día siguiente los diarios y los noticieros de radio y televisión se hicieron eco del informe sobre venta ilegal de armas que presentó el programa. Recién esa noche, cuando ya todo el mundo sabía de qué se trataba, Canal 3 puso en el aire el programa. No hay dudas, para aquellos que se perdieron la primera pasada el "atraso" de Canal 3 les vino bárbaro, para el resto, que ya conocían con pelos y señales de qué iba el asunto, la demora les quitó el gusto de disfrutar el delicioso sabor de la sorpresa. Una lástima.
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