| | Temperley: Llegó con la primavera El club del barrio República de la Sexta cumple hoy 75 años de fructífera existencia
| No es un dato menor que un club de barrio festeje sus 75 años de existencia. Pulmón indispensable de la vida en sociedad, oxígeno para el estrés del ritmo adrenalínico de las urbes de principios de milenio, las instituciones que contienen el huracán del mal llamado progreso, que cada vez disgrega más alzando las banderas de un supuesto bienestar, merecen el reconocimiento y son ejemplos de cómo, pese al exceso de individualismo de los tiempos posmodernos, pueden subsistir los espacios colectivos. Es el caso de Temperley, un lugar de encuentro en un barrio, que nació como tantos otros al son de la amistad y el compañerismo, y hoy sigue adelante con los mismos atributos. La historia cuenta que fueron 18 jóvenes, futboleros ellos, los que pusieron la piedra fundamental al club ubicado en la puerta sureste de la ciudad. Justo en el día de la primavera. Alquilaron un espacio en Cerrito 346 y allí hicieron la canchita para despuntar el vicio. La elección del nombre tuvo mucho de casualidad. Es que el anecdotario registra que uno de los fundadores, Héctor Milisich, leía rodeado de sus compañeros un recorte de diario en el que se detallaba un accidente que había ocurrido en la localidad bonaerense de Temperley. Parece que el tema se tocó con tanta atención que a alguno se le ocurrió que ese podría ser el nombre del nuevo club, y se eligieron los colores negro y blanco para identificarse. Pero Temperley no nació por accidente sino por el empuje juvenil responsable y que contagió de entusiasmo a todo el barrio, tanto que con el traslado a Ayacucho 2167, entre Cerrito y Riobamba (ubicación actual) se dio un paso fundamental para conformar un club con todas las letras, cada vez con más participación de los vecinos que lo fueron engrandeciendo. Claro que el principal motor como lo fue el fútbol mutó por el básquetbol, dada la disponibilidad del terreno y el entusiasmo que este deporte siempre tuvo en la ciudad desde las primeras décadas del siglo pasado. También jugó una cuestión económica y así el deporte del balón rebotado con las manos ganó definitivamente su espacio desde los cuarenta. Por entonces, también las bochas habían ganado su lugar, al punto de ser otro deporte prioritario entre las actividades del club, dando campeones locales y nacionales durante más de treinta años. Desde el 74, cuando se construyó la piscina y una nueva cancha de básquetbol, Temperley fue adquiriendo decididamente su perfil, y le fue agregando otras actividades como el vóley femenino, la gimnasia deportiva, taekwondo, patín y danza, nucleando a 850 socios, una cifra nada despreciable para los tiempos que correr. El básquet, a la cabeza, es practicado por 120 jugadores y hoy vive su momento de mayor gloria, ya que se dispone a debutar en el torneo de la Primera A de la Rosarina tras haber ganado en forma brillante el campeonato de la B en la pasada temporada. Claro que la historia basquetbolística arranca mucho antes, hace casi 65 años. En el 57 llegó el primer título en tercera y un año después el de segunda, llegando a la máxima categoría que mantuvo nada menos que por 27 años ininterrumpidos hasta el 85. Carlos y Mario Bernardini, Arturo Alegrechi, Aldo Cortelloni, Ernesto Acera, Jorge Fonasiero y Carlos Silva fueron los artífices de aquella primera hazaña. Ariel Bernardini, el hijo pródigo que brilló en la Liga Nacional y la selección y regresó al club en la última temporada, Federico Brigatti, el base que viste la negra y blanca desde hace 24 años, Lucas Lehrer, Gnass, Clarik, Amione, Kraier, Andreucetti, Poncino, Carbajales, Di Tomasso y Quagliaro son los artífices de este gran momento de un equipo que apunta a cosas grandes también en la A. Claro que el club ahora conducido por Damián Kronfly tiene otro motivo para enorgullecerse, ya que organiza una copa tradicional que nuclea a todos los clubes y que desde el 61 se llamó Santiago Losada por 33 años consecutivos y ahora se denomina Mario Bernardini. Temperley nació con la primavera y nada mejor que esa estación del año grafica este presente lleno de ilusiones, con un gimnasio cubierto cuya construcción sigue en marcha y un club bien inserto en su barrio, cumpliendo el necesario rol de contenedor social y estímulo a la convivencia a través del deporte. Todo un espejo donde mirarse.
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