| | cartas Camino al cielo
| Hermosa tarde de primavera. Hermosa idea: una barrileteada. Hermoso lugar, parque Scalabrini Ortiz. Pensar que en el futuro este parque será aplastado por el cemento del progreso (¿progreso?). Por ahora se transformó en el escenario de una bella ocurrencia, una barrileteada. Quedó demostrado esa tarde que la fragilidad de un barrilete es suficiente para ver el alma que por la mano se aferraba al hilo, en un recuerdo empírico hacia la niñez. Ver llegar las familias, con el padre al frente mostrando como escudo su barrilete y en el rostro una expresión de chico travieso, que nadie quiso disimular. Cada uno se sentía gladiador en ese verde inmenso que es el parque. Así se hace. Pero no largaban el piolín. El que más alto llegara se convertía en la estrella más importante. Majestuoso, soberbio, con la punta de la cola ondeando como felino que ve su presa. Quieto en el cielo, dominando el firmamento. Una sola finalidad estaba reflejada en el espíritu de todos los concurrentes: paz, calma y soñar con el piolín en altura. Y una metáfora que enseña el barrilete: todos volamos hasta donde llega el hilo. Roberto Lovrincevich
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