Herbert Winkler
Washington. - Tras semanas de opiniones encontradas entre sus propios asesores, el presidente estadounidense, George W. Bush, despejó el camino para una solución internacional al conflicto con Irak. Sin embargo, también dejó en claro esta semana que es el último plazo que le concede al régimen en Bagdad. Con su discurso del jueves ante la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York, dio la oportunidad a los aliados de subirse al tren. Sin embargo, no podrán evitar las "acciones" pedidas por él, ya que Bush dejó más que en claro que Estados Unidos también actuará en solitario si es necesario. Según el diario "New York Times", el presidente actúa en el papel de un "sheriff involuntario". El presidente francés, Jacques Chirac, señaló la forma en la que se tendría que mover una coalición antiiraquí. Una nueva resolución de la ONU debe pedir a Irak que permita el regreso -sin condiciones- de los inspectores de armas en el lapso de tres semanas. Si se niega a ello, se tendría que hablar sobre una segunda resolución, es decir, medidas concretas. Según informes de los medios de prensa, Estados Unidos preferiría una única resolución, que, en caso de no cumplirse lo decidido en tres o cuatro semanas, conduciría directamente a la intervención militar. El gobierno de Bush cree que ya no se necesitan nuevas resoluciones. Todo lo que Naciones Unidas tiene que decir y sancionar, ya lo hizo antes de la Guerra del Golfo. Finalmente, Bush siguió el consejo proveniente de sus propias filas de buscar un nuevo mandato con una mayor credibilidad y apoyo internacional. El impacto negativo que tendría una acción individual fue dejado en claro por el secretario general de la ONU, Kofi Annan. En un discurso descripto como una "reprimenda" para Bush por analistas estadounidenses, Annan dijo que "no hay sustituto de la legitimidad exclusiva" de las Naciones Unidas. Mientras las consultas siguen al margen de la Asamblea General de la ONU, varias preguntas siguen abiertas. Empiezan por el texto de la resolución. Luego se trata de si el plazo de tres a cuatro semanas no es demasiado corto, ya que el equipo de inspectores, en opinión de los expertos, estaría listo para actuar sólo en dos meses. De los miembros permanentes del Consejo de Seguridad que cuentan con derecho de veto, sólo Gran Bretaña apoya completamente a Estados Unidos. Francia se mueve en esa dirección, mientras que momentáneamente nada hace creer que Rusia y China den su aprobación a un ataque militar. Bush quiere poner en marcha delegaciones diplomáticas en París, Moscú y Pekín para realizar "tareas de convencimiento". El jefe de gobierno chino, Jiang Zemin, será huésped de Bush en su rancho de Crawford el 25 de octubre. Por fuera de estos cinco, aparece Alemania, cuyo canciller, el socialdemócrata Gerhard Schroeder, ha dado un neto rechazo a una guerra contra Irak y ha dicho repetidamente que su país no acompañará la iniciativa ni aún cuando fuera aprobada por Naciones Unidas. (DPA)
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