| | cartas "De ausencias y presencias en el aula"
| En la mañana del 7 de septiembre leo en La Capital las noticias y novedades relativas a educación. Observo el título "De ausencias y presencias en el aula". Nombres e historias de educadores rosarinos que fueron víctimas del terrorismo de Estado. Me detengo en el primer nombre que allí aparece: María Susana Brocca. Mi compañera de algunos años de la escuela secundaria y del profesorado para la Enseñanza Primaria, en el Normal Nº2. Analizo las palabras que están escritas sobre su historia y aparecen su imagen y los recuerdos. Mi visión se nubla. Estoy llorando. Hace sólo pocos años pude hablar, sacar afuera el dolor y el miedo que me causó su fusilamiento. El dolor, por ella; el miedo, por mí. En quinto año, año de la "toma de las escuelas", yo sabía de su participación en la Juventud Peronista, éramos por ese tiempo simples compañeras de curso. Durante el segundo año del profesorado conformamos la pareja pedagógica para hacer las prácticas de ensayo en el departamento de aplicación de la escuela. Nos reuníamos con mucha frecuencia, fundamentalmente para planificar nuestras clases. Compartimos tardes y noches de intercambios didácticos. Nunca me habló de su militancia ni recuerdo tampoco que me haya invitado a la participación partidaria. Hoy, su figura se me hace presente. Ahí está: simpática, inteligente, con un desarrollo de la oralidad que era admirable. Hoy la veo en el aula. Habla con su voz y "habla" con sus manos. Hoy la veo en el aula: ¡bri-llan-te! Silvia Alvarez
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