Los hábitos alimenticios de los argentinos en las ciudades no han incorporado masivamente al conejo, aunque Norberto Novara, titular de cooperativa Conejar, afirmó que "en el campo sí es habitual comer y hacer trueque de mercaderías por conejos. El consumo en la Argentina está entre los 180 y 200 gramos anuales por persona, mientras que en Europa las cifras son muy superiores, se encuentran en más de cinco kilos al año por habitante. La carne de conejo es blanca, magra, sabrosa y tierna. Rica en proteínas con un porcentaje graso de 3 a 4 por ciento, bajo contenido calórico, recomendado en casos de enfermedades cardiovasculares y aconsejado en dietas para contrarrestar efectos del colesterol y del ácido úrico". Novara aclaró que del conejo, además de la carne, se puede usar "la piel para hacer tapados, el guano es empleado como corrector de suelos y para alimento de cerdos, con la orina se realizan perfumes mediante decantaciones químicas e incorporación de aromas y hasta el cerebro del conejo se lo emplea como reactivo para hacer análisis en los laboratorios".
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